El 22 de abril disputó su último partido de la temporada, una semana después del Besamanos. El acta dice que marcó seis goles y que fue excluida dos minutos en las postrimerías del partido. Una fácil victoria 33-6 ante el Tuéjar, que les permitía acabar la temporada en cuarta posición. Porque María Gómez Niclós se pone goma en el pelo para hacerse los moños y goma en las manos (lo llaman "pega" en el argot) para sujetar y lanzar el balón. «Juego al balonmano en el Burjassot. De primera línea» (las lanzadoras de larga distancia que intentan penetrar ante la muralla defensiva. O sea, al lío). Llegó a jugar en la categoría de plata de este deporte con el Handbol Mislata «y fui subcampeona de España juvenil con el Handbol Marítim. También estuve en el campeonato de España infantil con la selección valenciana». Esa pasión por el deporte es, según confesión propia, el motivo de su entrada de verdad a las fallas un poco tardía. «Empecé jugando al fútbol, pero mi madre me dijo que de eso, nada, que no estaba bien visto. Por eso me pasé al balonmano».

Y, claro, acostumbrada a la ropa de deporte «no me gustaba vestirme de fallera. Iba al casal y participaba en las cosas sin ser fallera». Y nuevamente terció su madre: «me dijo que si quería ser fallera, tenía, sí o sí, que vestirme. Así que a los once años ya me hice a la idea, me apunté, y desde entonces. Si lo llego a saber antes no habría esperado a esa edad. Habría sido antes». A partir de ahí se impuso la normalidad y la adhesión: «he estado en la directiva de festejos, de juventud... y este año descansé por ser fallera mayor». No pudo, por lógica, ser fallera mayor infantil, pero ahora se ha resarcido. «Nadie se lo habría imaginado, pero surgió, surgió, mi prima quería ser fallera mayor infantil, no se presentó nadie más y acabe siendo fallera mayor. Un año increíble, con la falla volcada con las dos». Curiosamente, fallera de Campanar, pero vecina de Benicalap. «Y mira que tengo fallas cerca de mi casa. Pero tiró más la familia».

Y con tanta energía, no puede evitar relatar con una sonrisa que «de niña era un terremoto. He hecho trastadas para aburrir. Me pisaron la cabeza con una bici, me he caído de una palmera, de muy niña me golpeé en la cabeza con mi hermano, me quedé inconsciente y él bajó a la piscina diciendo 'me quedo aquí que he matado a mi hermana'. De verdad, para escribir un libro».

¿Y el futuro? Lo tiene encaminado a aquello con lo que ha crecido desde niña. «Al deporte. Estoy estudiando segundo nivel de quiromasaje en el Centro Maya». Le ve salida porque «puedo sacar después otros títulos y, además, es versátil: puedo trabajar en centros deportivos, residencias, gimnasio... me he lesionado muchas veces y me gustaba saber por qué me hacían cada cosa».