Día 26 de enero de 2018. Palau de la Música. Una joven evoluciona a dos metros de altura en el interior de un aro. La gente lo contempla con admiración y el típico temor a que la muchacha se resbale y caiga de cabeza. Es la exaltación de Daniela Gómez de los Ángeles y la que se juega el tipo es Paula González, quien, además, es la fallera mayor de Molinell-Alboraia. «No me pude quedar ni a saludar en la despedida porque tenía la presentación de una amiga, la fallera mayor de Padre Alegre, y tenía el tiempo justo para acabar el número, volver a casa, peinarme, maquillarme, vestirme...». Quien le iba a decir a Paula que ahora es candidata a regresar al Palau, pero subida a una «cadira d'or». «Sería un honor, una satisfacción, una felicidad...». A todo esto, las habilidades le vienen desde niña porque «estuve en el Club de Gimnasia Rítmica Atzar, con el que llegué a ser campeona de España de conjuntos». Luego se pasó a la acrobática de Dynamic Mislata, que tiene una compañía de espectáculos, y éstos fueron los que rindieron honores a la fallera mayor infantil de València con el espectáculo inspirado en El Principito. «Estás acostumbrada a la competición, a la tesión, a no poder equivocarte... pero fue algo muy especial porque eres fallera, sabes lo importante que es ese acto, el Palau impone...».

Paula, sin embargo, tiene horizontes muy globales. Trabaja de operativa para la empresa Maersk, la de los conocidos contenedores con una estrella en el logotipo, tan habituales en cargueros y trenes de mercancías. «Me dedico a controlar, referenciar, seguir, donde está cada contenedor desde origen a destino, incidencias...». Casi mil contenedores repartidos por el mundo cada mes. «Estudié International Business en la Universitat de València e hice un master en Icarde». Estuvo de Erasmus en Toulouse, hizo las prácticas y se quedó ya en la firma danesa.

Molinell-Alboraia, la comisión de la naranja sonriente, es su falla de toda la vida y ya fue fallera mayor infantil en 2003. «El año pasado fue fallera mayor una amiga mía y me hacía mucha ilusión ser la siguiente». Pero tuvo que ganárselo en un sorteo con otra candidata. «Y tuve suerte, porque en la falla somos mucha gente y ha habido años con sorteos se siete y ocho candidatas». Pasó un año feliz y, lo que es más importante, tranquilo. «¡Que no es poco!» dice, recordando los infortunios de los últimos años, con fallas que se caían, que sufrían ataques vandálicos... acontecimientos poco merecidos para una falla que apuesta de forma admirable por la falla.

A pesar de tener un censo muy grande, Paula intentará engrosar un cuadro de honor cortito: las hermanas Fenollar en 1980 y 1983 y la más reciente Ángela Ballester en 2012.