Segundas partes pueden ser buenas. Ana Molina se presentó el pasado año y ha repetido, con mejor fortuna, este verano. Con lo que regresa a un escenario que no le es desconocido: la elección de la corte. «Ya estuve para la infantil de 2003». Lo recuerda como si fuera ayer. «Las pruebas eran lunes y miércoles, con lo que no podía ir a las clases de inglés. Era un tiempo en el que no había Calvestra todavía€». Su reinado en 2017 tuvo su punto de coacción: «Desde que tenía 18 años quería ser fallera mayor. Pero mi madre me dijo que primero había que acabar la carrera. Lo hice. Entonces le dije: «Toca ser fallera mayor. ¿Lo Sabes?». Y me dijo que no. Entonces dije que no había problema: que llamaba a la familia de Bristol en la que había trabajado de 'au pair' y que me volvía». La contestación materna entonces ya fue «ir a ver la tela de fallera mayor. Me salió bien la jugada» rememora con una sonrisa de complicidad. Y con ventajas: «He estado en tres Batallas de Flores: de preseleccionada infantil, de fallera mayor, porque en 2017 le tocó carroza a mi sector y ahora nuevamente como preseleccionada».

Y es que este año, «desde el primer momento sabíamos que la fallera mayor no iba a presentarse. Todos los viernes en la falla me decían: 'Ana, la siguiente vuelves a ser tu'. Y fue muy fácil convencerme». Es maestra de extraescolares de inglés y acaba de hacer oposiciones de primaria. «Lo tenía todo a la vez: las oposiciones y la preselección. Tenía miedo que coincidieran. Normalmente acaban en viernes. Me estaba viendo hacer la lectura con los moños puestos y que alguien dijera 'esta lleva pinganillo seguro'. No he conseguido plaza fija pero me quedo en la bolsa.

Con Ana Molina se demuestra una realidad escondida de la fiesta: gusta mucho de reprochar si ésta o aquella cortesana es hija de alguien conocido en la fiesta. Pero se olvida rápidamente las que se presentan y no salen. Ana no salió siendo sobrina de Cecilia Molina, que en aquella época era miembro de la JCF y acompañante de la corte infantil. Con la que comparte, sin duda, facciones. «Soy Molina sin duda».

Y de Pintor Stolz-Burgos, comisión que este año ha tenido doblete. «A ver si hay suerte. La última fallera de nuestra comisión que estuvo en la final€ fui yo hace 16 años». Y de allí «porque vivimos en el barrio. Para mí es algo esencial: esa sensación de tener la falla debajo de casa, de poder subir, cambiarte, bajar otra vez...». El origen paterno es de València ciudad y el materno procede de Úbeda. «Antes teníamos casa, pero al faltar mi abuela la vendimos y también los olivares. Pero tenemos tíos y no nos faltan casas para ir y garrafas de aceite para recibir. Pero del virgen, virgen, cien por cien. De cosecha».