La elaboración del Bando de Fallas es un verdadero rompecabezas por la cantidad de disposiciones a reglar y los intereses, no siempre convergentes, de las diferentes fuerzas ciudadanas. Es por ello que para, las próximas reuniones, quedan muchos flecos por atar. Por ejemplo, el de la venta ambulante de alimentos. Las comisiones quieren aprovechar el fin de semana previo, el del 8, 9 y 10 de marzo, para poder sacar gastronetas y mercados ambulantes a la calle.

No es una fecha habitual para las autorizaciones y da la sensación de que los representantes de hostelería no estarán muy de acuerdo. Sin embargo, tal como decía ayer el presidente de la Federación de Primera A, Francisco Romero, «es necesario abrir el sábado. Si no se hace negocio, no sirve de nada tenerlos. Y abrir el fin de semana, cerrarlos dos o tres días y luego volver a abrirlos más cerca de los días grandes se puede hacer aunque es absurdo. Con los vecinos, en este sentido, no tenemos ningún problema. Entre otras cosas, porque son mercados legales, que nos cuestan dinero porque pagamos impuestos». Si no hay acuerdo, otra forma sería compensar, permitiendo más cantidad de puestos o de gastronetas en los días grandes.

No es fácil, en todo caso, el consenso y, sin embargo, es una estimable fuente de ingresos para las comisiones. Que se ve, además, lesionada por otro fenómeno, por el que la Interagrupación y la Federación de Especial hicieron un especial hincapié: la venta ambulante no autorizada: lateros y manteros. Pero con otro aspecto a tener en cuenta: la costumbre que tienen de ocupar vías de evacuación (al fin y al cabo, aquellas en las que no se pone el comercio autorizado). Llamativamente, fueron los falleros los que insistieron en esto, más que los representantes de comercio u hostelería.

Por contra, tal como decía Romero, «no tenemos ningún inconveniente en que nos hagan todas las inspecciones de sanidad que haga falta, porque los que trabajan con nosotros están perfectamente legalizados».

La pirotecnia ha desatado, como suele ocurrir, su correspondiente dosis de alarma social. Impedir o recomendar el disparo de pirotecnia desde las doce de la noche hasta las siete no significa ni acabar con los festejos de programa oficial (los castillos, incluyendo la Nit de Foc) ni los que organizan las comisiones (más allá de en la cremà, algunas comisiones disparan «mascletà» nocturna o manual o alguna «cordà»). Estos espectáculos no están afectados por la restricción, ya que están autorizados hasta un determinado horario.

El alcalde, Joan Ribó, hizo referencia ayer a esta cuestión refiriéndose a que «en unos márgenes de recomendaciones», no se haga un «uso particular de la pirotecnia» para «compaginar el descanso de la ciudadanía con la fiesta».

La concejala concejal de parques y jardines, Pilar Soriano, también se refirió al tema admitiendo que «no se puede prohibir», ya que «en el momento que si prohíbes, prohíbes para todo» y ha recalcado que la pirotecnia «está permitida en Fallas, puedes organizar los horarios en los que se puede hacer». Por ello, ha subrayado que van a trabajar en el sentido de que «cuando prohíbes, tienes que tener cuidado con que vas a hacer valer la prohibición».

Fuset: «No son falleros»

Como las sensibilidades suelen estar a flor de piel con estas cuestiones, el edil de Cultura Festiva Pere Fuset también quiso poner nombre ayer a las personas a las que puede afectar la vigilancia del mal uso de la pirotecnia. O lo contrario: a quien no: «en el mundo fallero sabemos perfectamente cuando y donde podemos lanzar cohetes durante fallas. Si escuchas uno un siete de marzo a las tres de la mañana muy probablemente no lo habrá tirado un fallero o una fallera sino, sencillamente, un particular con poco civismo. y eso se ha de evitar».