«Ha surgido así. Como dijo Rocío, la vida no entiende de Fallas». Pero en este caso para bien. «Va a ser el día más feliz de mi vida, pero habrá que organizarse o tener suerte con la agenda». Marina Civera empezará el reinado, en la condición que le toque, con un problema de primer orden: la boda de su hermana Paula. «Además, soy testigo». Un problema, aunque si todos fueran esos, daría gusto vivirlos.
Como repetir experiencias. Era la única candidata que había sido corte infantil. «Ya lo habíamos intentado con alguna de ellas: Noelia, Laura, Marian...» y la hicieron sufrir: salió la última. «El jurado dice que fue por sorteo. Haya salido donde haya salido les estoy agradecida. Es algo que me permitió ver la reacción de todas y de cómo todas se alegraban de las que iban saliendo».
Tiene su legión de seguidores. ¿Es difícil blindarse al "me gusta Marina"? «El truco es aislarse. Los comentarios buenos y los malos no aportan nada: pueden mermar tu seguridad o potenciarla a un nivel irreal. El que elige ahora no es el pueblo, sino un jurado que ya está. El juicio que no sea el de ellos es un juicio superficial. Aquí hay que ser muy humilde y conocer tus capacidades». Para reinar, si puede, en una ciudad de la que «me siento orgullosa cuando es capaz de hacer cosas como acoger al Aquarius».
Acaba de terminar el grado de odontología «y en julio hice el trabajo de fin de grado. Estoy contenta con la nota, un 8,5». Se trataba de «un enfoque forense. No es a lo que me quiero dedicar, pero me pareció interesante». ¿Y ahora? «Me había preinscrito en un máster en endodoncia y restauradora, pero he podido esperar y ahora que ya sé que soy corte... voy a tener que decir que me echo para atrás. Me hicieron la entrevista, conocí al responsable... pero me temo que no será posible». Ama su (futuro) oficio. «Lo que más me atrae es la profundidad a nivel científico. Creo que está infravalorada y las capacidades y la habilidad manual que se necesita es mucha».
