Va a pasar de las valencias de la química, las de los electrones, a la València con mayúsculas. La de la primera y más brillante línea. Lo hará con el título de ingeniería bajo el brazo. ¿Qué revelación tuvo para internarse en el mundo de la química? ¿La típica caja de juegos infantiles? «No: Me gustó cuando empecé a estudiarla en el colegio. No sabía si dedicarme solo a ella o a ingeniería; me informé y me di cuenta que ésta tenía más posibilidades, más puertas». Con la carrera finalizada está haciendo «prácticas del máster en una empresa de productos de limpieza del hogar. En el laboratorio, intentando optimizar productos. En Cheste. Hay muchas posibilidades, cuando acabe y me centre decidiré. Me gustaría probar el tema de azulejos... todo está por decidir».
De momento no descarta continuar en la brecha. «Si puedo, intentar compaginarlo, aunque la prioridad este año son las fallas. En casa me apoyan. Que yo decida». Cuando recuperamos el perfil publicado en julio recibió una barbaridad de «me gusta» en Facebook y mensajes de varias de sus compañeras de competición. ¿La receta? «Soy una persona muy sencilla, muy normal. A veces es lo importante. Lo que ves es lo que soy». Y defiende a las doce restantes. «Detrás de cada persona no hay una fachada. Tengo y tenemos mucho sentimiento por la fiesta. Estar aquí ya es un privilegio. Por dentro hay mucho más. Me creo el mensaje de Rocío. Somos válidas para todo lo que nos propongamos».
La nieta de Francisco el Molinero, de Beas de Segura. «Mantenemos muchos amigos todavía allí porque mi madre, cuando se vino, no era muy pequeña. Los amigos cercanos, que los consideramos casi familia, se enteraron en seguida» y aún más sus falleros, los de Primado Reig-San Vicente de Paul. «Pues sí: después de casi 60 años la primera vez que hemos tenido. Una alegría para todos».
