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"No es normal debutar en Primera A con 53 años, pero he logrado mi meta"

Vicente Herrando es la gran novedad de las categorías altas de la fiesta, donde se estrenará a contraestilo

«Empecé con catorce años recién cumplidos. Pintaba con mi padre. El empezó mayor, me inicié con él y empezamos desde debajo del todo, buscándonos la vida». Los ciclos en la trayectoria profesional de un artista fallero pueden ser largos o cortos, según vienen dados. Pero en las trayectorias dilatadas, el techo está más que señalado en un periodo de tiempo moderadamente corto. Es lo que se llama «subir la escalera». Pero en las Fallas de 2019 se dará un caso realmente único. Con 53 años, Vicente Herrando debutará en la alta competición; en este caso, en la Primera A. «Haciendo fallas llevo 40 años, firmando yo, treinta».

¿Cómo se siente cuando, a doce años de la jubilación, se planta en lo más alto?

Muy contento y con mucha ilusión. Lo llevaba persiguiendo desde hacía muchos años. Mi techo personal era éste, alcanzar la Primera A. No aspiro a más. Quiero hacer una buena falla, quedar bien y que quede un recuerdo agradable.

Pocas veces se ha dado un caso como el suyo de debutar con tanto currículum previo

No sé si hay muchos precedentes, pero pensaba que ya no me iba a tocar. Fue una alegría muy grande. Creo que tengo más ilusión ahora que cuando tenía 25 años. Ahora paladeo más el trabajo y hasta los actos, como la presentación de proyectos. Se siente que se revaloriza el trabajo y eso es siempre muy bonito.

Debutando en Primera A, la pregunta es obligatoria: ¿está preparado para lidiar con esos volúmenes?

Totalmente, Hace años que los conozco porque mi padre y yo ya plantábamos fallas grandes en pueblos. Quia no remates tan grandes, pero volúmenes sí. Yo mismo la he montado de carpintería y también la pintura.

Con su edad, usted ha debido pasar la reconversión. ¿Cuándo cambió el cartón por el corcho?

He sido de los más tardíos y si no lo hago creo que me habría quedado en el camino. Fue hace entre seis y siete años. Me di cuenta que me estaba quedando atrás. Y de esto hay que vivir. Estoy muy acoplado y muy bien.

¿Da para comer?

Me está dando para comer, pero a base de trabajar mucho. En vez de delegar en otras personas lo hago yo. Mi taller es reducido y me toca hacer un horario bastante largo. De momento la salud me acompaña.

¿Qué fallas hace este año?

En València, sólo Islas Canarias-Trafalgar. Hago en poblaciones. Ángel del Alcázar de Torrent y Villarrobledo en Aldaia son clásicos mios. La de Torrent, por ejemplo, va a ser mi falla 29. En Paiporta hago Jaume I que es muy pujante y luego la de Josep Antoni de la Pobla de Vallbona, que son muy buena gente.

Su caso también es muy extraño en otro aspecto: de repente aparece en València con su padre en los años ochenta; desaparece cinco años, hace Peris y Valero-Cuba de 1993 a 1999, se marcha y no volvemos a saber de usted hasta 2011. Y ese año gana. ¿Donde se había metido?

Donde había empezado: en poblaciones. Picanya, Torrent... pero antes las cosas no eran iguales. No había redes sociales que extendieran tu trabajo. Estábamos como escondidos. No se sabía nada de mi. Ahora sí que es más fácil. Yo intento publicar muchas cosas. Eso me permitió volver a la ciudad y creo que es un buen escaparate.

Ganó en Tribunal de las Aguas y desde entonces ya no se ha ido.

Aquel año me llamaron y ni me lo pensé. Salió bien. Ha costado llegar a este nivel, pero aquella decisión es laque me ha llevado hasta aquí.

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