Si el Bando Fallero de 2019 deja heridas en la relación entre las entidades falleras y algunas de las no falleras, lo que puede suceder dentro de un año y cuatro meses puede ser, sencillamente, pavoroso.

Observen el calendario y cómo caen las Fallas en 2020. Se produce la, sin duda, combinación más complicada del calendario. Algo que siempre podrá llegar a ocurrir mientras la fiesta se mueva por días del mes (siempre acabar el 19 de marzo) y no por días de la semana (la vieja propuesta, siempre rechazada, de terminar en lunes).

Ese año, el siempre polémico fin de semana previo, que en 2019 será del viernes 8 al domingo 10 de marzo, pasará a ser del 6 al 8 de marzo. Al ser año bisiesto, el habitual salto de un día se convierte en dos. Ante esta tesitura existen tres posibilidades: mantener las mismas condiciones de instalación de carpas (el verdadero punto de fricción) igual que en el bando que va a entrar en vigor, prescindir totalmente del ese fin de semana "prefallas" o encontrar una fórmula mixta.

Mismo bando que para 2019. Si las condiciones son las mismas (esas que incluso los colectivos falleros consideran insuficientes y que pueden generar problemas graves de logística), supondría que las carpas se instalan entre el jueves 5 y el viernes 6. Ese día se celebran cenas de falleros de honor. El día grande (hinchables, paellas, verbena...) sería el sábado 7. Y el problema empezaría ahí: la actividad se reduciría al mínimo desde la tarde del domingo 8 hasta la tarde del viernes 13, ya con los niños de vacaciones. Eso significaría tener las carpas inutilizadas un total de cinco días completos. ¿Estarían dispuestos, especialmente vecinos y comerciantes, a asumir ese coste social?

Eliminar el "prefallas" del 6-7-8. No cabe duda que eso permitiría instalar las carpas de forma gradual y sin agobios. Podrían instalarse entre el miércoles 11 y el viernes 13 en condiciones menos restrictivas que en las actuales. Este guión diría que el viernes 13 ya empezarían las actividades con las cenas. Pero la verbena "prefallas" pasaría a ser el sábado 14 y enlazaría directamente con el ciclo normal de fallas (del 15 al 18). Sería una "semana fallera" en toda la extensión de la palabra. Pero también sería un ritmo agotador, habría que concentrar todos los festejos en unos días y las fallas perderían ese "derecho adquirido" de disponer de un fin de semana previo. Aunque fueran más días de corrido, la fiesta sería más "corta". Hostelería, vecinos y empresarios estarían encantados (gastronetas y mercadillos empezarían a partir del 11, 12 o 13); pero, ¿estarían dispuestos los falleros a asumir ese coste social y esa falta de espacio y tiempo para desarrollar sus actividades?

Fórmula mixta. El consenso supondría alguna cesión por todas las partes. Por ejemplo, no instalar las carpas, sino jaimas, y seguir utilizando el casal como centro logístico a cambio de autorizar una verbena el 7; permitir las carpas que no molestan o que dejan por lo menos un carril en ese primer fin de semana, permitir la instalación de los escenarios si luego se retiran...¿estarían dispuestos los agentes ciudadanos a ceder todos?

Se antoja, de cualquier modo, un bando muchísimo más complicado incluso que el actual, en el que, números en la mano: no ha ganado nadie. Las fallas tienen más apreturas para instalar las carpas y comerciantes y vecinos un día más de molestias por calles cerradas.

La solución, dentro de un año.