Que la asamblea de presidentes tumbe una propuesta de la directiva de la Junta Central Fallera forma parte de la rutina durante esta legislatura. Y en la correspondiente a diciembre volvió a producirse y por abrumadora mayoría con la propuesta de jurados de falla. Por 60 votos a favor y 12 en contra, más 23 abstenciones, se aprobó la propuesta presentada por delegados de sector de Junta Central Fallera que, en esencia, viene a ser parecida a la vigente, a sorteo con tres bombos condicionados a la experiencia.

La propuesta rechazada, presentada por la directiva (y, en realidad, abanderada por el concejal Pere Fuset) proponía unificar dos de los bombos de experiencia y disociarlo en hombres y mujeres. En aras a, si no llegar a paridad, sí garantizar un 33 % de mujeres.

Apenas hubo debate porque la propuesta estaba condenada de antemano. La asamblea no iba a sostener el debate porque ya se había apelado en todo tipo de foros a que la igualdad es a la hora de presentarse y que no son necesarias las medidas correctoras. Y tanto es así, que una cuestión teóricamente capital (calificar el resultado del trabajo de todo un año) dejó en casa a casi trescientas de las 381 comisiones con derecho a voto).

El presidente de Beteró, Julián Carabantes, dijo que «si no hay normas que prohiban a las mujeres presentarse a jurado, si somos más hombres que mujeres es fatal que se hagan bombos discriminatorios porque eso no es igualdad» y lo que propuso es «que todos los que tenemos menos experiencia vayamos a un mismo bombo. Y así todos tenemos las mismas posibilidades de salir».

Lo curioso del caso es que en el debate quedó claro que hay insatisfacción con la fórmula para calificar las fallas. El representante de Doctor Olóriz preguntó «por qué no olvidamos los bombos y que elija el secretario general». Y el de Exposición, que «con eso del bombo de experiencia tenemos creada una élite con la que nos ahorcamos con ella». Pero, claro, poco se puede debatir o cambiar si no se presentan propuestas concretas en lugar de opinar en la asamblea sin más. El debate quedó en esa perenne contradicción de un sistema que no gusta, pero que no se cambia porque tampoco gustan los cambios y ese concepto cada vez creciente de que "siempre salen los mismos" quedó, como tantas veces, en una tertulia de café, a la espera de las alegrías y frustraciones del 15 y 16 de marzo.

El secretario general Ramón Estellés, intentó vender las bondades de la propuesta en aras a crecer la presencia femenina pero la suerte estaba echada y la directiva (en realidad, el concejal) perdió la propuesta por goleada.

No había ganas de discutir con ese tema. Pero el presidente de Isabel la Católica, Rafael Ferrando, dio la bienvenida a la fallera mayor de València, Marina Civera y a su corte de la siguiente forma: «es un honor recibiros, coincidir con vosotras, veros y leeros en los medios de comunicación cuando habláis de fallas».

A buen entendedor, ni mensajes de la «revolución femenina» de Rocío Gil ni de la «igualdad irreversible» de Marina. Sólo de fallas.