¿Por qué se sentó Marina Civera en ese asiento durante el ensayo de su exaltación? Porque es desde donde lo vio el año anterior, como fallera mayor del Barrio de San José. No le tocó la grada central, ni demasiado cerca del escenario, pero lo suficientemente bien como para contemplar la exaltación de Rocío y soñar con ocupar ese sitio ella al año siguiente. Como así fue.

Ya estuvieron hace dos años

La práctica totalidad de falleras mayores y cortes de 2022 estuvieron dos años antes en el Palacio de Congresos como representantes de sus comisiones. Como nosotros también vamos, una rebusca en los archivos nos permite recuperar a algunas de ellas. Por ejemplo, Sofía Guillot y Carolina Soriano.

Sofía Guillot, fotografiada en el photocall oficial que hoy también ocupará.

Carolina Soriano, segunda por la derecha, con falleras mayores y el presidente de Poblats al Sud

Una comprobación necesaria

El acto de exaltación tiene muchos responsables detrás, que procuran que todo salga perfectamente. Y los detalles hay que cuidarlos. Esta imagen es uno de ellos. El locutor en off, Rafa Martí, "la voz de la exaltación", se dirige a la corte de honor para cotejar con ellas la pronunciación exacta de los apellidos y que todas ellas recuerden el momento con el nombre que toca. Por ejemplo, eso pasó en 2019 con Laura Bennasar, a quien en los actos falleros no acababan de atinarle que se pronuncia "Ben-Násar", ni "Benasár" ni cosas parecidas. En 2020 y 2021 le pasaba a Anna Duggan (pronunciado Ana "Dagan") y en 2022 a Valentina Ravello, que se pronuncia "Ravelo". Para Rafa, nunca hay margen de error.

Rafa Martí, comprobando los nombres en 2019

La exaltación más accidentada

Laura Carballeda vivirá, como el resto de la corte de honor, un acto que no olvidará en su vida. Y, seguro, lo que esperará es que no sea tan accidentado como el que protagonizó su madre, Mari Carmen Mollá, como fallera mayor de València de 1987. Entre otras calamidades: las canastillas no correspondieron con la entidad que las enviaba; unos efectos de humo acabaron por convertirse casi en gas lacrimógeno, una parte del decorado se vino abajo y el remate fue que no había mantenedor, sino unos versos con voz en off. Hubo una confusión con los "casettes" y se emitió, hasta el final, las palabras de Anfós Ramón... dedicadas a la fallera mayor infantil, Celia Lopera. Se dice que pasaron tantas cosas, que eso ha permitido que, desde entones, el acto suela pasar sin contratiempos... por lo menos que se vean.

¿Cuando empezó el Palau?

Marina Civera fue la fallera mayor número 61 que es exaltada en el Palau de la Música. Y Sara Larrazábal, la 62. Y hasta ahí de momento. El cambio se produjo en el año 1989, con lo que esta es la 31ª edición. Hasta entonces se celebraba en el Teatro Principal, altamente insuficiente para albergar todos los compromisos de asistencia que ya entonces había. Por ejemplo, las comisiones sólo podían asistir cada tres años.

Consuelo Llobell y Carla García fueron las primeras en el Palacio de Congresos. Tras el interregno de la imposición de bandas en el Salón de Cristal para refrentar la continuidad de ambas en 2021, Carmen Martín y Nerea Löpez serán las que hacen 3 y 4 y da la sensación de que las de 2023 también serán exaltadas allí.

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Una foto histórica: las cuatro bandas de Consuelo y Carla Fotos de Eduardo Ripoll

El gran debate de 1989

Y el primer año, la primera exaltación la protagonizó Covadonga Balaguer, con Luis Cobos y la Banda Primitiva de Lliria como protagonistas. Pero lo mejor fue en los días previos: el debate sobre el protocolo a la hora de entrar por el pasillo. En el Principal, la fallera mayor iba del brazo del alcalde. Pero ese 1989 había, por primera vez, una alcaldesa. Que la cogería del codo, que si no... al final, Clementina Ródenas estableció ya la fórmula que impera desde entonces: desfilar un par de pasos por detrás.

El primer espolín "fallera mayor de València" fue...

A vueltas con el color del traje (del fondo, entiéndase), éste se ha convertido en el único gran misterio del acto, porque el diseño del adorno floral ya se conoce porque es el mismo espolín para todas: el "fallera mayor de València". Antes, la sorpresa era doble: color y cartonaje. Adriana Polo, en 2001, fue la primera en estrenar este espolín, que fue de color azul.

Dos salidas inesperadas

La fallera mayor sale por el pasillo de la izquierda, según se mira desde el escenario, y sale por la derecha. Siempre ha sido así. Bueno, no: en 1992 y 1993 se hicieron dos experimentos que no cuajaron. En 1992, Mónica Palmer apareció por el escenario, detrás de unas cortinas. Claro, la gente estaba más girada hacia la entrada del pasillo sin darse cuenta de que "Móni" ya estaba a la vista de todos, saludando. Se fueron dando cuenta y se la aplaudió como toca. Al año siguiente, Remedios Rodrigo apareció subiendo lentamente por el centro del escenario, desde el montacargas. Primero la peineta, la cabeza...

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Los 40 espolines "Fallera Mayor" y "Fallera Mayor Infantil" de la historia Moisés Domínguez / Fotos: Archivo de Levante-EMV

¿Y qué hago con...?

La exaltación tiene, desde tiempos inmemoriales, un regalo envenenado: las canastillas. Que están muy bien y dejan un escenario muy resultón en la última fase del acto. Pero luego... ¿qué? Pues cada fallera mayor tiene que buscarse la vida y contratar un camión para distribuirlas donde considere (colegio, familiares, corte de honor, indumentaristas, corte de honor...). Lo único bueno, en ese sentido, es que con el paso de los años las sobredimensionadas canastillas atemperaron su tamaño, siendo mucho más comedido, facilitando su reparto.

Lo que el ojo no vio de la Exaltación de Raquel Alario

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