Se acerca el Extra de Fallas de Levante-EMV de 2019. El próximo 9 de marzo estará en los quioscos la publicación más esperada de cuantas están dedicadas a la fiesta, con sus reportajes más originales y esos contenidos que la han convertido en una verdadera marca.

Mientras llega ese momento, podemos "desclasificar" uno de los momentos más especiales vividos en la elaboración de los mismos.

Es la historia de Tamara Delgado Valdés. Sabido es que, desde el año 2008 y hasta hace dos años, el Extra de Fallas realizó a cada fallera de la corte de honor su foto personalizada mostrando un rasgo sobre sí misma: aficiones, ilusiones, el trabajo, su vida personal... una fórmula de éxito incontestable, copiado e imitado, y que finalizó con las falleras de 2017. Ese viaje al "Patrimonio Imperial" de Segovia y El Escorial cmabió el concepto y continuó con los "Hermanos de Patrimonio" y la visita a Córdoba por parte de Rocío Gil y su corte.

Vamos con la historia de la foto de la fallera de Obispo Jaime Pérez-Luis Oliag. Cuando nos reunimos con la corte de 2016 para la "tormenta de ideas" que daba lugar a las fotos, Tamara nos habla de sus años en el "backsatage" de su falla, intervinierndo en la organización de actos que tengan que ver con un escenario. Después de darle muchas vueltas, nos lanzamos a la aventura:

"¿Quieres que miremos a ver si nos dejan hacer una foto en el musical El Rey León?". Ni que decir tiene que aceptó encantada no: lo siguiente. El plan consistía en acudir a Madrid y hacerse allí alguna foto, si nos dejaban.

En este sentido hay que destacar el sacrificio de Iris Alonso, que también quería jugar en clave de escenario y que, sin embargo, aceptó otro tipo de foto, menos amena y menos espectacular, aunque fuera mucho más personal. Un gesto que nunca agradeceremos lo suficiente.

Con la mediación de Julián Carabantes contactamos con Jon Usubiaga, uno de los responsables de la organización del musical. Desde el primer minuto todo son facilidades. El plan era sencillo: al acabar la representación, algunos de los actores, a telón bajado, se harían la foto con ella.

Una mañana de finales de febrero acudimos al Palau de la Música a hacer la foto de Emma Martínez, una no menos antológica imagen de ella dirigiendo la Banda Municipal. Allí llega Tamara para emprender el viaje. Nos acompañará además una de sus compañeras de la corte, Paqui Castelló, para asistirla en lo que hiciera falta.

No es cuestión de que la organización acepte que se haga foto: a Tamara la tratan como una verdadera reina. Le hacen una visita al "backstage" individualizada. A ella sola.

Curiosa la visita de las tripas del musical, porque hay cosas que se pueden fotografiar y otras que no.

A Tamara la invitan al catering y le dan las unas entradas fabulosas. Cuando accedió al patio de butacas fue recibida con aplausos por un público que asistía sorprendio a la presencia de una fallera en un lugar donde, desde luego, nadie se lo imagina.

"En cuanto acabe la representación viene una chica para acompañaros al "backstage" y os trae para las fotos". Se acaba la representación y ahí está la muchacha.

Pero cuando llegamos a las bambalinas, apenas dos minutos después... el cuerpo actoral se había esfumado. Bueno, más que ellos, los vestidos y los maquillajes.

En una visita tan pulcra y extroarinariamente preparada, se quedó por el camino un único hilo: decirle a varios actores que "cuando acabe os quedais para hacer una foto".

Ni que decir tiene que te quedas con una cara de... Tamara reaccionó muy bien, se lo tomó con entereza. El reportaje fotográfico era maravilloso... pero faltaba el elemento principal. Para qué negarlo: volvimos bien entrada la noche desde Madrid con el desasosiego reflejado en el rostro.

Al día siguiente, los responsables de la organización no sabían cómo disculparse más. Las cosas, a veces pasan. ¿Cómo tenerlo en cuenta cuando todo habían sido exquisitas atenciones?

Empezamos a buscar una solución. Pero tras darle muchas vueltas, vimos que sólo había una posibilidad:

-"Tamara, ¿y si volvemos, pero sólo para hacer esa foto?

- "¡Vamos!".

A todo esto, habían empezado las "mascletades" de marzo. Pero encontramos una ventana: uno de los días no tenían acto por la tarde. Un milagro. Se disparó la "mascletá", las chicas salieron del ayuntamiento, Tamara se fue directamente al estudio de Carles Ruiz, cambio el peinado de una a tres rayas (¡esa es otra, había que cambiarse el peinado!), se cambió el traje, comimos "a la mata caballo" y salimos otra vez hacia Madrid. En esta ocasión la acompañaba la hija del ahora vicepresidente de la JCF, Daniel Buj, que es de la misma falla. Y nos presentamos en el Teatro Lope de Vega a la hora prevista. Treinta minutos antes de alzarse el telón.

Allí nos volvieron a recibir... y allí estaban cuatro de los protagonistas: Mufasa, Scar, Zazu y Rafiki. Lo mejor de lo mejor. Más dos figurantes. Y no se crean que una o dos fotos de compromiso y adiós. Todo amabilidades. Le hicimos las fotos, pero ellos también quisieron hacerse fotos con ella. Le preguntaron por el traje, por las Fallas, estuvieron de animada charla€ que aún duraba cuando alguien apareció diciendo€ "Señores, la función empieza en cinco minutos".

Volvimos a casa inmediatamente después. Con la satisfacción en los rostros. Y con una foto antológica.

Fue el último año que hicimos fotos individuales (al menos, de momento). Vivimos momentos extraordinarios, increíbles. Pero la epopeya del doble viaje a Madrid la recordamos con una sonrisa en los labios.

(Posdata: los organizadores aún tuvieron el detalle suplementario de invitar a Alicia y la corte a una sesión del musical que también tenían en cartel en València).