La Crida de Fallas es una invitación. Y la escenificación actual parece muy clara: las falleras mayores de València se dirigen al mundo entero. Con los protagonistas, los falleros, debajo de ella, lanza un mensaje doble: a ellos, alabando el trabajo que realizan. Y a los foráneos, invitándoles a venir. La simbología es clara.

El hecho de que la fallera mayor mire "hacia afuera" parece lógico. Pero hasta hace 33 años era un pregón "hacia adentro". El discurso de la Crida de Fallas (en las Torres, que antes era en el Ayuntamiento) se dirigía a un público igual de entregado, pero que se reunía en la Plaza de los Fueros.

Este cambio habría tenido lugar más pronto que tarde, especialmente tras el crecimiento exponencial del número de falleros. La plaza de los Fueros no daba abasto y baste imaginarlo ahora, en que una parte de los asistentes lo tiene que escuchar desde el otro lado del río.

El año del cambio en la Crida

Pero el cambio se precipitó hace ahora 33 años y por un motivo forzado. Fue la Crida de 1989 la que se celebró a contraestilo y fue la consecuencia de los incidentes que tuvieron lugar al acabar el discurso de la entonces fallera mayor Covadonga Balaguer. Los efectos pirotécnicos se disparaban desde la parte alta de las torres y cayeron de forma defectuosa, en forma de pavesas, sobre un público abigarrado y con poca escapatoria. De hecho, la parte interior estaba reservada para los falleros y estaba vallada.

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Hubo escenas de pánico, un abucheo monumental, -mientras a Covadonga se le instaba a saludar para tratar de dar una imagen de cierta normalidad al sector que no se hubiese enterado de lo que pasaba- falleros indignados que se acercaron a las escaleras de acceso a recriminar lo sucedido y, sobre todo, mucho traje deteriorado.

Era un tiempo en el que aún no existían las "parkas" y los falleros acudían de una cierta gala. La comitiva pudo acceder a la Basílica de la Virgen, mientras otros evaluaban los daños.

No hubo heridos, más allá de alguna contusión, pero lo sucedido, que no pasaba de ser un problema técnico, acabó propiciando el cambio de ubicación del festejo.

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Al año siguiente, el parlamento se hizo ya desde una tribuna mirando en dirección al río. Con el paso del tiempo fue perfeccionándose hasta convertirse en lo que ahora conocemos: una "performance", una mezcla de juegos de luz y color, pirotecnia a una distancia saludable y una concentración enorme de gente -estos días se ha hecho hincapié, especialmente entre los propios falleros, en no convertirlo en un botellón-.

Los falleros han hecho de esta jornada un programa completo de Fallas, que incluye ir a comer al casal y marchar todos hacia la Plaza de la Crida. Y el discurso, con la fallera mayor mirando hacia el exterior, parece tener más sentido.