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Falta de accesibilidad

Ceguera y Fallas: Mucho camino por recorrer

"La ciudad no está adaptada ni en broma para las personas ciegas" - Aglomeración y falta de señalización, los grandes hándicaps

Ceguera y Fallas: Mucho camino por recorrer

Cada mes de marzo, València se transforma para acoger las Fallas. Sus calles suenan a miles de truenos disparados al unísono, se llenan del olor de la pólvora mezclado con infinitos claveles. Las flores visten plazas y se estampan en creativos trajes regionales, incluso pareciese que los numerosos monumentos falleros plantados en el vial público quisieran desafiar cualquier principio arquitectónico en un pulso personal entre gravedad e ingenio.

Escribió la autora estadounidense Martha C.Nussbaum en su libro «El ocultamiento de lo humano» que «nuestra sociedad da atención a unos y, hasta hace poco, desatendió a los otros». En este sentido, afirmó en sus páginas que «la ceguera es un impedimento que hace que una persona cuente con menos maneras de manejarse en el mundo que las que dispone una persona con visión». En una ciudad en la que las fiestas josefinas lo ocupan todo, ¿queda espacio para la inclusión?

La última Feria Internacional del Turismo (FITUR) fue el enclave escogido por la Generalitat Valenciana para presentar su guía de turismo inclusivo y accesible. Un proyecto pensado para que las personas con diversidad funcional puedan disfrutar de la riqueza cultural valenciana. Y es que, según los últimos datos publicados por la fundación ONCE, la valenciana es la cuarta autonomía a nivel estatal que más afiliados registró en esta entidad el pasado año. De las 6 .200 personas con ceguera que residen en territorio autonómico, 3. 100 son valencianas. Es el caso de Yolanda Capell, una vecina de Alfafar que a sus 40 años no deja que su ceguera le impida vivir las Fallas «como una más». Es por estas personas que Junta Central Fallera ha decidido apostar por unas fiestas inclusivas que las tenga en cuenta. De este modo, y como viene haciendo desde hace dos años, la cartelería y rotulación de la sede está adaptada al sistema de lectura braille, así como la Exposición del Ninot.

Una iniciativa adoptada también por numerosas comisiones que tienen su precedente en la Falla Carretera Escribá-Cooperativa San Fernando. En el año 1987 incluyó a las personas ciegas en su fiesta fallera. Estas pudieron tocar la maqueta del monumento mientras se reproducía una grabación que explicaba el argumento de cada «ninot». En el caso de la Falla l'Antiga de Campanar, junto a Quasar Dynamics desarrolló una aplicación gratuita para dispositivos móviles que narra la escena ante la que la persona se encuentra. Además, desde 2009 anualmente se entregan los premios Solidaridad Fallera. Medidas a las que se suma la mejora de la accesibilidad a los casales, la formación de guías o la promoción de actividades específicas para personas con discapacidad visual. No obstante, con indiferencia de los monumentos, el devenir diario de este colectivo presenta numerosas dificultades.

Movilidad: desafío pendiente

La aglomeración de gente y las calles cortadas ante la presencia de monumentos falleros hace del transporte público un valioso aliado. En el caso de los autobuses, aunque adaptados, todavía presentan desventajas para las personas ciegas. Muchos de ellos aún no cuentan con indicaciones acústicas que avisen de cuál es la siguiente parada, así como indicaciones lumínicas. «Tenemos que estar pendientes de lo que nos transmite el suelo, dependemos de la ayuda de la gente», afirma Yolanda. Por otro lado, la información que se facilita en las paradas no está adaptada en braille, del mismo modo que tampoco existe una óptima diferenciación cromática en los mapas de las marquesinas. En el caso de contar con un perro guía, la situación se recrudece. Numerosos grupos animalistas recuerdan cada año el riesgo que supone detonar petardos en la calle ante la presencia de perros. Y es que, ante el repentino estruendo, los canes son susceptibles de sufrir ansiedad, miedo o taquicardia. «Los petardos te pillan desprevenida, generan inseguridad en la calle y son un peligro añadido», explica Yolanda. Peligros como las avalanchas. Según explica, es muy importante situarse en espacios no demasiado concurridos y que tengan algún tipo de cimiento para evitar ser empujada o arrastrada por el incesante flujo de personas. «Olvídate de ir sola», exclama. El cambio del mobiliario rompe sus rutinas y es impensable visitar València sin planear con antelación el itinerario de visita, siendo consciente del «esfuerzo enorme que supone». «Entiendo que se quiera enseñar la ciudad en Fallas, pero València no está adaptada para las personas ciegas. Ni en broma», asegura. No obstante, son sus sonidos y olores lo que le hace volver año tras año, eso sí, «disfrutando las Fallas a mi manera».

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