«Ante la normativa que restringe tanto podemos dar pasos hacia atrás y volver a lo de antes». Hubo un tiempo en el que la «mascletà» se veía prácticamente apoyados en una valla que no era, ni mucho menos, la jaula actual. Las normativas fueron, paulatinamente, empujando a la gente hacia atrás -no olvidemos: en esta plaza ha habido accidentes gravísimos, incluso mortales- pero ahora mismo, todo el perímetro de la zona de disparo tiene sitio para muy poca gente. Por eso ayer Nuria Martí, responsable de la Pirotecnia Nadal Martí lanzó la idea de «hacer una 'mascletà' antigua en la Plaza del Ayuntamiento. Tenemos que ir a más. A ver si podemos hacer una mascletà antigua aquí en la plaza». ¿Por qué? Porque «el fuego antiguo no tiene distancias de seguridad». Es lo que se conoce como «engraellat». Lo disparo durante varios años la falla Almirante Cadarso y, para entendernos, con tubos de metal en el que la pólvora retumba de forma espectacular. Pero como no tira residuos y apenas vuela, se puede contemplar prácticamente al lado. Eso sí, habría que hacer un presupuesto real para saber cuánto costaría. Y tendría que competir en sensaciones con disparos como el de ayer y como cualquiera de los que tienen lugar en la plaza. Ayer, la pirotecnia de l'Olleria, nuevamente ante una discretita asistencia (discretita quiere decir que, en el momento de empezar, los taxis circulaban por San Vicente sin problema alguno) cumplió de sobra.

El palco, a falta de que lleguen los grandes invitados, sigue con un perfil plano. Estuvieron las falleras de Erasmus en un balcón adyacente, las jugadoras de balonmano, y los futbolistas del Valencia CF con Discapacidad Intelectual. El deporte sigue siendo el protagonista en el balcón.

Al salir, Marina Civera y la corte hicieron felices a miembros del Centro Ocupacional Avance. Vinieron ex profeso desde Ayora y mantienen una relación muy especial con una de las falleras. Azahara Vallet se ha criado en Jalance y regresó a València para hacer la carrera universitaria. Su tía pertenece a este centro, aunque ahora tanto ella como la madre de Azahara se han venido al «cap i casal» para ayudar a la bióloga a sacar adelante su aventura en la corte.