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Cambio

Ni pasarelas, ni carreras... ni controles

La rigurosa vigilancia de motos de la Avenida del Cid desaparece después de dos décadas de presión policial

Decenas de motos atrapadas en un control policial en el año 2008. k. f.

Hace ya dos décadas que el Ayuntamiento de València empezó a efectuar controles de motos en la Avenida del Cid, primero, y en el resto de entradas de la ciudad, después. Los hacía al término de la «mascletà» y también antes, pero originariamente era justo después del disparo.

El motivo era simple. Nada más acabar el espectáculo pirotécnico de la Plaza del Ayuntamiento, cientos de motos salían disparadas de vuelta a sus lugares de origen en toda el área metropolitana. Y a su paso por la Avenida del Cid solían hacer carreras, picarse, improvisar caballitos y generar importantes problemas de tráfico, todo ello con las pasarelas peatonales desbordadas de gente arengando a los pilotos.

Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado. Los rigurosos controles policiales, centrados básicamente en el control de la ITV y el seguro obligatorio, han dejado de efectuarse. La Avenida del Cid y también otros accesos a la ciudad están libres. Ya no hay rutina en el control, aunque la Policía Local sigue vigilando las motos en puntos aleatorios de la ciudad antes y después de la «mascletà», lo que garantiza cierto orden en este sentido, como se ha demostrado en los 12 días que han pasado ya desde el inicio del ciclo fallero.

Las causas por las que se han acabado desmontando estos controles fijos, al menos el de la Avenida del Cid, son múltiples. Para empezar, las carreras de antaño hace tiempo que desaparecieron. La persistencia de los controles ha acabado con estas prácticas e incluso ha hecho que los aficionados de las dos ruedas sean más escrupulosos con su documentación.

Por otro lado, han desaparecido las pasarelas de la Avenida del Cid, que ya no se utilizaban, pero que fueron un elemento fundamental cuando se impusieron los controles. Y finalmente, la Policía Local anda justa de plantilla, de manera que una reducción de los controles supone también una liberación de efectivos.

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