Quieren demostrar que innovar no supone perder la esencia, que la tradición no está reñida con el progreso y que son capaces de crear una nueva filosofía de comisión, lejos de conceptos anclados al pasado. «No te puedes quedar estancado en la tradición, porque sino será imposible avanzar», recuerda Jesús Pérez, presidente de la falla Subinspector Blas Gámez-Ángel Villena. Una comisión que, aunque parezca increíble (dada la alta densidad de comisiones en la ciudad), ha encontrado su hueco en esta calle del distrito de Quatre Carreres que debe su nombre al fallecido policía.

Nacida en septiembre de 2018 , cuenta ya con 106 integrantes. La media de edad ronda los 30 años y, con nuevas inquietudes, ya hablan incluso de crear un espacio dentro del casal para la conciliación familiar. «Es solo una idea, pero dadas las circunstancias creo que sería apropiado», indica Marta Pérez, fallera mayor de esta nueva comisión. Con 27 años, está viviendo uno de los reinados más cortos que se conocen. Dada la temprana edad de la comisión, únicamente disfrutará de seis meses como fallera mayor. Pese a su cargo dentro de la comisión, reconoce que ni tiene cuatro vestidos, ni le sobra el dinero. «Somos gente de barrio que quiere vivir las fallas del modo originario», indica Pérez. Es por ello que han decidido que las falleras mayores se decidirán siempre «por sorteo»: nada de reconocer a quién aporte más a nivel económico. «Si soy pobre, ¿no tengo derecho yo también a ser fallera mayor de mi comisión?», lamenta Jesús.

No todo pasa, sin embargo, por modificar los conceptos tradicionales. De hecho, uno de sus objetivos es devolver la esencia fallera a los monumentos, lejos de «buscar hacer barra» con fiestas y discomóviles. Así como recuperar el sentimiento de una «gran casa» en la que todos están invitados. «Queremos obviar la concepción de la comisión como el lugar en el que ya hay una familia formada y el nuevo siempre es un intruso», reconoce Pérez, «es vital abrir las puertas para revivir la esencia de la tradición».