El Museo Fallero ya tiene nuevo huésped, aunque cada vez con menos espacio para albergarlos. Los «dolçainers» sostenían sus instrumentos con expectación, los falleros aguardaban silenciosos el veredicto. Presidentes y falleras mayores entrelazaban sus manos con nerviosismo y emoción y, de repente, llegó. Marina Civera, Fallera Mayor de València, acompañada de su Corte de Honor y de Pere Fuset, presidente de Junta Central Fallera (JCF), anunció ayer el Ninot Indultat 2019.

Las inmediaciones de la Ciudad de las Artes y las Ciencias rompieron en un ensordecedor fervor en el que resultaba difícil distinguir la música del ajetreado clamor: la Falla Exposición-Micer Mascó volvió a indultar a uno de sus «ninots» tras casi una década de espera. «Nosotros venimos a ganar», comentó su orgulloso presidente Manolo Mas. Y vaya si lo hicieron.

Con una diferencia de más de 5.000 votos respecto a la Falla Sueca-Literato Azorín, segunda clasificada, la comisión de Mestalla se erigió como holgada vencedora sumando 12.785 votos. Y es que, la tradición valenciana logró emocionar a casi 13.000 falleros y falleras que se conmovieron ante el costumbrismo de Llongo. El artista fallero creó una escena que pone en valor la tradición e identidad de la capital del Turia. Habla de la huerta, de su gente, de su indumentaria. Y lo hace utilizando un recurso más que efectista, la imagen de un «iaio» acompañado por sus nietos y un burro tras una jornada de pesca en la Albufera. Ese recurrido costumbrismo del que Mas admitió que «si no llevas este tipo de 'ninots', no ganas». Una escena «muy nuestra» que, en palabras del presidente de Exposición, «es un trabajo de ingeniería absolutamente extraordinario». En tan solo un metro cuadrado, siete figuras escenifican la esencia de València.

De este modo, Exposición repite doblete, como hiciese en 2010, al indultar a sus dos «ninots». Hace dos días, aunque no logró que su pequeño monumento infantil se zafase de las llamas de la «cremà», sí consiguió el reconocimiento de la votación infantil. Este año pone fin a casi una década de espera y mucho sacrificio por parte de los integrantes de la Falla. «En mayo de 2010 tendríamos que haber bajado la persiana porque la anterior presidencia nos dejó con una deuda insoportable, era imposible que tuviésemos viabilidad», reconoció Mas. Casi diez años después, entre vítores de «som indultats», la comisión de los polares verdes recogió su escena y rápidamente se fue como ganadora. Había mucho que celebrar.