El Ninot d'Or es la recompensa más importante del Gremio de Artistas Falleros. Con su punto de debate, porque se equipara, con el premio, a personas que han hecho alguna aportación significativa (o más o menos significativa) al colectivo profesional que a aquellos que llevan un cuarto de siglo en el oficio. Dicho de otra forma, no se distingue entre el galardón "honorífico" y el convencional, como sí que hace la Junta Central Fallera con el "bunyol d'or".

El caso es que, llegado abril, se dan a conocer los galardonados. Los concedidos por acuerdo gremial y los que marca el carnet profesional.

Los "no profesionales" han ido a parar a cuatro personas. De oficio, a las falleras mayores vigentes: Marina Civera y Sara Larrazábal. Y tras ponerlos sobre la mesa de debate, a Javier Tejero y Quique Collado. Al primero se le reconoce su ya dilatada trayectoria en la fiesta, rematada por estos últimos cuatro años al frente de la vicepresidencia de la Junta Central Fallera que más ha estado en contacto con los artistas (incluyendo la no siempre grata de incidencias).

Al periodista Quique Collado se le reconoce no ya sólo sus treinta años en el oficio de comunicar, sino ese particular remate que ha sido la redacción de la tesis doctoral "Fallas de Valencia : la riqueza de un fenómeno de comunicación", premiada con un sobresaliente cum laude. Un hito que ya le hizo acreedor hace un par de meses a la Barca d'Or.

Los Ninots d'Or a la trayectoria reconocen a seis artesanos con trayectorias muy dispares, lo que viene a demostrar que cada agremiado tiene una historia detrás: como autores de fallas o como trabajadores de taller. Incluso con diferencia de edad (los hay que pasan temporadas en excedencia).

Los seis galardonados responden a algunos de estos parámetros. Por nombre como autores de falla destacan Alberto Ribera Fernández, incluyendo tres fallas en Especial en 2011, 2012 y 2017 y varias más en Primera A y José Vicente Sanchis, cuya corta producción en fallas grandes de València ha sido siempre en categorías altas, incluyendo la del Pilar de 2012.

Alberto Ribera Fernández

El listado incluye tres artistas pertenecientes a conocidísimas sagas: María José Luna, la hija del legendario Vicente, componente de la directiva gremial y habitual en artes aplicadas; Fernando Martín Huguet, miembro de la saga de hijos de Manolo Martín, que tuvo una fuhgaz presencia en el mundo de las fallas (aunque incluyendo el aún mítico cerebro plantado en la Plaza del Patrairca en 1993) y Francisco Agulleiro Aguilella, hermano del que fuera no menos legendario Vicente Agulleiro, con una hoja de servicios como autor de fallas pequeña, con la curiosidad de hacerlo en épocas muy salteadas.

Completa el listado Enrique Lorente, un clásico de los talleres, que tuvo una corta pero interesante trayectoria como autor (fue capaz de plantar a Dios como remate en la falla Luis Oliag-Mariola de 2006).

Julio Monterrubio, recibiendo su último primer premio de Especial

Otro galardón no menos emotivo es la Insignia d'Argent a los agremiados jubilados, aquellos que cesan en su actividad (independientemente de que, en su momento, reciiberan el Ninot d'or). También aquí hay un reconocimiento muy especial, como es el que se le concede al ya legendario Julio Monterrubio. Para muchos, el gran renovador de las Fallas desde el año 1991 y ganador de seis primeros premios de Sección Especial grande (cuatro en el Pilar, una en Nou Campanar y la de l'Antiga de Campanar en 2017).

También se reconocerá a José Antonio Fernández Belijar, quien el año pasado aún ganaba primeros premios infantiles en juntas locales, pero que en València, en fallas grandes, sólo se le computan tres fallas, a mediados de los ochenta, en Xiva-Francisco de Llano, incluyendo un primer premio.

Los galardones se entregan como remate en la comida gremial del 1 de mayo, en una jornada que, se intuye, volverá a tener su componente reivindicativo por la amarga situación que atraviesa la profesión de artista fallero.