Una ciudad de casi 800.000 habitantes genera un movimiento social y cultural contínuo. Pero se necesita una cierta personalidad para que éste se desarrolle durante el mes de julio, en el que la sociedad del bienestar empieza a invitar a abandonar la urbe. La ciudad de València disponía de un ADN, el que le daba la historia, para fomentar y mover el movimiento festivo, pero éste pasó, a lo largo de las décadas, por un declive absoluto. Un colapso de la inacción que sólo poco a poco fue recuperándose. No es mérito de unos o de otros, sino del proceso acumulativo. Pero en la anterior legislatura se dio un nuevo salto cualitativo, de tal manera que incluso en la campaña electoral en oposición se reconocía como un mérito del equipo de gobierno. Y la Gran Fira ya es un hecho y echa a andar este fin de semana. Por delante, casi un mes con un «programa-paraguas» que acumula tanto las iniciativas institucionales como las particulares. Aunque se anunciaron «más de doscientas» actividades, éstas están mucho más cerca de trescientas, que se rebasarían con los actos de las fiestas patronales de las pedanías. De tal forma que el librito-guía tiene cada vez más renglones.

En el programa de actos ya casi no queda sitio para mucho más. Se han consolidado las citas tematizadas para cada fin de semana y la clave de los mismos es que los eventos que se celebren en los mismo sean atractivos. Y así, este fin de semana será el de inauguraciön y los siguientes, sucesivamente, los de bailar (Nits del Folk), trasladarse al puerto (Nit a la Mar), callejear por el centro (Gran Nit) y lanzar clavellones (Batalla de Flores).

Por partes. La Fira empezó ayer con las primeras preselecciones falleras, el inicio del ciclo de Serenates y la puesta en valor de varias exposiciones. Son los «preliminares» antes del acto inaugural, que tendrá lugar el domingo a las siete de la tarde. Es una pequeña cabalgata y un pregón, a cargo del fotógrafo José García Poveda,para posteriormente disparar la traca corrida, una de las grandes asignaturas pendientes de que «cale». Se trata de una manifestación pirotécnica «a l'antiga» por definición pero que el público no ha acabado de entender que se trata de salir a toda velocidad.

A partir de ahí, el programa se articula en diferentes actividades troncales. Los lunes están dedicados al folclore y tradiciones; los martes, a los mayores, con los bailes y variedades; los miércoles, al teatro y los jueves a los infantiles.

El Correfira volverá a ponerse en marcha para llevar animación a diferentes barrios, especialmente aquellos que disponen de plazas peatonales y cierta idiosincrasia de «pueblo». Así, las dobles sesiones (20 y 21.30 horas) serán en La Torre (día 4); Massarrojos (5), Orriols (7), Campanar (11), Benimaclet (12), Castellar-Oliveral (13), Benimàmet (14, con el estreno para la ocasión del Parque Lineal), Malva-rosa (21), San Isidro (25) o San Macelino (26).

Y la gran cita a efectos de espectadores, con diferencia, es el castillo piromusical que disparará Ricardo Caballer el sábado 13 a medianoche en la Marina.

Como las grandes de Europa

La Gran Fira de València se ha convertido en gran proceso acumulativo. El edil Pere Fuset presentó ayer el programa «con competencias puntualmente delegadas», algo que ha suscitado nuevamente las interpretaciones de si supone una forma de exteriorizar su candidatura a repetir en la delegación (el programa podría haberse enviado en nota de prensa). Fuset aseguró que la Fira tiene un punto de inspiración en el Festival de Edimburgo, en el que, a lo largo de agosto, hay más de tres mil actividades diferentes. «Este año incorporamos también la Filmoteca d'Estiu para prolongar la propuesta a agosto. Junto al festival de Jazz, los conciertos, el certamen de bandas, las «Serenates», los actos falleros... es una propuesta tan variada, un festival de festivales, que todos, sin excepción, pueden disfrutar en algún momento: hay música, teatro, cine, pirotecnia, cabalgatas, magia, talleres, bailes, presentaciones falleras y humor».