No siempre se pone en valor la figura de la compañera o compañero del artista fallero. Porque es quien tiene que acompañar y atemperar a un profesional sometido a todo tipo de intangibles y vicsitudes. La inspiración, la materialización del proyecto, el premio conseguido, la continuidad del taller, la confianza de los clientes, los falleros. Suelen ser quienes sufren en silencio los momentos malos y quienes se apartan discretamente en los instantes de euforia y éxito.

El mundo de la fiesta fallera se ha visto sacudida por el fallecimiento de la esposa del artista Miguel Santaeulalia Serrán. Mari Carmen Gómez Gimeno falleció ayer tras sufrir un empeoramiento en los últimos tiempos de la enfermedad que arrastraba desde hacía años. La noticia ha caído como un mazazo por la juventud del matrimonio, que han luchado unidos hasta el final.

El carisma de los Santaeulalia ha quedado demostrado por las incontables muestras de solidaridad y cariño recibidos de todo tipo de sectores de la fiesta, tanto falleros individuales como comisiones y agrupaciones y, por supuesto, compañeros de la profesión, empezando por el Gremio de Artistas Falleros. Especial cariño han mostrado comisiones de Especial, un lugar en el que Miguel Santaeulalia "junior" ha desarrollado una brillante carrera en fallas grandes e infantiles.

La vinculación fallera de la familia no sólo lo es por la autoría de falla, sino participando de la misma en la comisión Art i Ciència (Pintor Maella-Avenida de Francia). Los dos hijos del matrimonio, María y Miguel, han sido fallera mayor (estuvo incluso en la final para formar parte de la corte de honor infantil de 2011) y presidente infantil de la misma. El sector Camins al Grau, al que pertenece la comisión, celebraba ayer la cena de candidatas a la preselección y guardaron un minuto de silencio antes de empezar.

Miguel Santaeulalia, perteneciente a una de las más grandes estirpes de la profesión de artista fallero, siempre había tenido en Mari Carmen el apoyo indispensable en una carrera profesional muy exitosa, tanto en fallas infantiles como en mayores, pero sometida a los vaivenes de la profesión. Miguel ganó, de casi adolescente, al inicio de su carrera, en 1987, la Especial Infantil en Na Jordana y ya de adulto repitió en 2002 en Duque de Gaeta, la célebre falla indultada en su totalidad, que se quemó al día siguiente. El paso de Miguel por las fallas grandes de la Especial es cortísimo, tres obras, pero espectacular, incluyendo un primer premoi en 2012 en Nou Campanar. Ahora, y dentro de la crisis que afecta al sector, había pasado a trabajar para terceros.