A lo largo de cientos de preseleccionadas se dibuja un mañana de poblaciones y aldeas de tierras cercanas. Fundamentalmente, de Cuenca y Albacete. Este año dos falleras con ancestros en Minaya pueden dar lustre a la villa del Beato Alonso. Y en ambos casos por rama materna. Hace un par de días conocimos a Rocío Martínez Parra. Y de alguna casa cercana vinieron los Aroca. La nieta, Andrea, será una de las 73 protagonistas en la Fonteta. «Teníamos la casa allí, pero la vendimos el invierno del año pasado. Es que era muy, muy vieja». Tierras de campos manchegos y de los cercanos de los Miguelitos de la Roda. De allí vinieron los abuelos a València y, a partir de ahí, la historia es muy sencilla: su madre quería ser fallera, vivía muy cerquita de la falla. «Pero tuvo que esperar a ser más mayor para poder apuntarse e ir ella sola. Y allí conoció a mi padre, que estaba muy metido en la falla. De hecho, ha sido presidente algunos años, incluyendo el mío de fallera mayor». Es hija única y «los tres somos falleros a tope».
Ella, Andrea, está en infantiles y llibret. Y mientras tanto, va labrándose camino en el mundo de la enseñanza. «Soy maestra de Educación Infantil. Por suerte, estoy trabajando desde hace un año en una escuela de Almàssera». Intentó las oposiciones, pero de momento ha encontrado un acomodo muy bueno «a la vez que estudio idiomas y me voy preparando para las nuevas oposiciones, cuando lleguen, para el Cuerpo de Maestros. Ahora mismo estoy muy bien». Vocacional. «Desde pequeña ya jugaba a maestra con mis muñecos. En casa me preguntaban si no quería ser otra cosa porque maestros hay muchos, pero me encantan los niños».
Pero a la vida hay que ponerle un punto de intrepidez. «Soy organizadora de un programa cultural que se llama Ruta Inti para jovenes entre 18 y 25 años que cada año van a un lugar siguiendo una temática». Para entendernos «es como la Ruta Quetzal, que acabó en su día cuando murió Miguel de la Quadra Salcedo y como les marcó tanto decidieron montar este programa y después tienen que hacer un trabajo sobre el viaje».
Fue fallera mayor infantil en 2005 y ahora ha repetido «porque varias amigas lo habían sido ya. Me presenté a las oposiciones, que sabía de antemano que eran complicadas y aunque me surgió la oportunidad del colegio, ya pensé que tocaba». Un cuarto de siglo ha pasado desde que Cristina Alvés llevara por, hasta ahora, primera y única vez las mieles de la corte a esta comisión. Ese año es cuando nació Andrea. Hay hambre. De corte o de lo que venga.
