La renuncia definitiva de José Lafarga a seguir plantando fallas en solitario es una mala noticia. Ya se veía venir, porque había abandonado la alta competición en los tres últimos años. Pero si quedaba algún resquicio para la esperanza, ésta se ha cerrado. Siemprer queda la posibilida de aplicar el "al menos, por ahora", puesto que de Lafarga, como en su producción artística, puedes esperarlo todo. Incluso que vuelva a sentirse atraído por la idea del regreso. Aunque eso queda, ahora mismo, totalmente descartado. Seguro que es lo mejor para él, un genio en todas sus acepciones.

Y no es una buena noticia para una alta competición que no está sobrada de artistas de plenas garantías para plantar con la máxima exigencia (una de las causas por las que las comisiones de Especial aceptan la autorregulación entre los artistas: no hay mercado, no hay contraoferta de garantías). Es verdad que Lafarga estaba fuera del mercado de la Especial en los últimos años, pero un Lafarga en plena forma y reorganizado era un enemigo en cualquier momento. Ahora está cobijado en la seguridad del trabajo para terceros, en el taller de Pere Baenas, donde puede sacar lo mejor de sí mismo sin preocuparse por la administración del trabajo propio, uno de sus talones de Aquiles.

Atrás queda, en la alta competición de fallas grandes de València, una producción relativamente corta, 33 fallas, pero ganándose un papel muy interesante en la Sección Especial del Siglo XXI. Como él mismo reconocía en su carta de despedida, sólo le ha faltado redondear el palmarés con un primer premio. Ha sido, es, un artista que no deja indiferente y sus trabajos suponen una aportación básica en la historia de la fiesta del nuevo siglo. Ha tenido sus luces y ha tenido sus sombras. Eso es innegable. Y seguramente una mayor serenidad propia le habría hecho crecer más en su carrera. Es por eso que, entre numerosos elogios recibidos en el momento de la despedida, también le llega algún reproche.

La irrupción de Lafarga en la ciudad de València fue espectacular, con la falla "El Circ" en Cádiz-Denia. En ella lograría no sólo el cuarto premio, sino el Ninot Indultat, con el mérito añadido de lograrlo desde una comisión que plantaba en Primera B. A la figura no le faltó ni la anécdota, puesto que tras los primeros días permaneció guardada en una planta baja. El sino de las comisiones más modestas. Su presidente se quejó amargamente tras las fiestas de que no recibieron visitas de la Junta Central Fallera. "Ni siquiera nos han dicho oficialmente que somos la figura indultada". El espantapájaros luce desde hace tiempo ya en el Museo Fallero. No sólo destacó en su momento por su traza, sino por romper la tendencia de indultar "escenas", sino una figura única. Ese año, en apenas unos metros estaban la figura indultada (Cádiz-Denia), la mejor iluminación (Sueca-Literato Azrín) y el mejor adorno de calle (Cuba-Denia)

La polémica de la figura indultada en 1996 y tal como se la puede ver ahora en el Museo Fallero.

Este éxito no abrió del todo las puertas a Lafarga, quien tuvo que alimentarse de Cádiz-Denia durante toda una década, salvo dos incursiones en Cuba-Literato Azorín y Barraca-Espadán, con premios de calidad sólo media.

Ya por entonces le acompañaba la fama de irregular: gran artista, excepcional pintor, pero recomido por la inconsistencia. Tanto es así que al año siguiente de su gran éxito, en 1997, fue denunciado por Cádiz, la propia comisión que le había aupado a la fama, y por Cuba por no acabar de plantar todo lo que debía. A pesar de ello, su relación con la primera de las comisiones, como queda dicho, se prolongaría durante una década.

La eclosión llegaría en el año 2008. Su victoria en San Vicente-Periodista Azzati en Primera A es la que le abre definitivamente las puertas de la élite absoluta. Fue su momento pletórico, porque es contratado por el Pilar. Su "Noche en la Ópera" se quedó a las puertas de ganar. Estuvo a punto de arrebatarle la victoria a la por entonces invencible Nou Campanar.

Falla Periodista Azzati de 2008

Este éxito no tuvo continuidad. Tampoco el Pilar ofrecía por entonces las mayores dotaciones econóimcas. Eran los coletazos de la época de prosperidad, cuando el mapa de la fiesta se desbocó y nombres tradicionales (Pilar, Na Jordana, Merced...) fueron desplazados por otras denominaciones de origen.

Tras el Pilar, Lafarga cumplió etapa en Sueca-Literato Azorín, incluyendo una exepcional falla en 2013, con diseño de Carlos Corredera, que le llevó al tercer premio. Su última falla de Especial fue en Na jordana, donde las buenas perspectivas iniciales de "El Beso" no se vieron reflejadas en el premio, apenas un undécimo. Ese año se permitió el lujo de plantar dos fallas dentro de la línea experimental en dos de los grandes baluartes de la modalidad: Plaza de Jesús y Corona.

Fallas Sueca-Literato Azorín de 2013 y Na Jordana de 2016

Más allá de las Hogueras de Alicante y las fallas de juntas locales, sus dos últimas obras en València fueron en 2018, en Cervantes-Padre Jofre y L'Alguer. Cuentan los que saben que el hecho de que no le hayan renovado el contrato en la Plaza de Santa María, tras haber ganado el primer premio, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Cierra su sociedad y se dedica a lo que ya venía haciendo en los últimos años y que es el particular refugio de no pocos profesionales: trabajar para otro. En el taller de Pere Baenas, donde sus privilegiados pinceles se ponen al servicio de la causa. Y su cabeza, que a pesar de moverse tanto en ocasiones, no deja de ser una genialidad en sí misma.

Falla Corona de 2016

Estas son las fallas grandes plantadas por José Lafarga en València