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Quiero ser fallera mayor de València

Recuerdos de Venezuela, reina en Aragón y fallera mayor en su nueva casa

Claudia Rodríguez Blancon | Falla Alameda-Av. Francia (Camins al Grau)

Recuerdos de Venezuela, reina en Aragón y fallera mayor en su nueva casa

Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar». A veces hasta a Antonio Machado se le puede contradecir. Si no, Claudia Rodríguez no optaría a ser fallera mayor de València. Estaría en Caracas. O, directamente, ni existiría. «Mi bisabuela era valenciana y se fue a vivir Venezuela». Allí nació su abuela, que se casó con un aragonés emigrado (luego volveremos sobre sus pasos). Y allí nació su madre «que volvió a València con 18 años». Conoció a papá, valenciano sin ida ni vuelta, y ella nació hace 23 años. «Me quedan tíos segundos en Caracas. La última vez que fui por allí fue en 2007».

Ese abuelo maño también le permitió vivir una experiencia. «Fui fallera mayor de la casa de València en Zaragoza». Es decir, representar a los valencianos que viven en la capital aragonesa. «Iba y venía a los actos. Lo que pasa es que las fallas allí se celebran fundamentalmente, la semana después de marzo». Y como lo fue en 2014, tuvo un privilegio adicional a desfilar en la Ofrenda entre las entidades invitadas: «coincidió con el 75 aniverdsario de la JCF, el año que salieron falleras mayores y cortes de todos los años. Tuve mucha suerte porque fue una ofrenda histórica». Para la cuestión laboral queda, simplemente, a la espera de lo que pueda pasar en septiembre: «me puse a trabajar el mismo día que celebraba la graduación de ADE en una empresa francesa de cajas registradoras en IPads. La estaba internacionalizando y llevabamos desde cero el proyecto en España. Pero se me acabó el contrato hace un mes. Cuando te preguntan si vas a seguir, con una preselección.. decidí dejarlo por lo que pueda pasar. Por si sale algo con menos horas "por lo que pueda pasar"». Ahora, con la plaza en la gran final... «esperaré un poquito más y si no salgo, empezaré a buscar una salida». Uno podría pensar que es una táctica arriesgada, pero tiene un recurso en la recámara. «En casa tenemos una empresa familiar y sé que ahí puedo estar también de momento. Es una empresa de compraventa de metales no férricos». O sea, «cobres, latones, aluminios...» Es fallera desde 2002, con seis años, y le dio tiempo a ser fallera mayor infantil en 2006. «Antes era de la comisión de Senda Senent, la del Palau». Se movió unos centenares de metros en el año 2016. «Mi familia se había ido un año antes y yo decidí esperar un poco. No quería ir a una falla si no la conocía antes». Probó, «me enamoró y me he quedado. Somos una falla pequeñita pero una familia».

Y nada más llegar, fallera mayor. «Tenía mucho apoyo detrás. Yo quería conocer más a toda la comisión, que para eso la estás representando. Cuando me ví totalmente integrada hablé con mis padres». Lo recuerda como si fuera ayer. «yendo del centro a mi casa, por teléfono. Hablando con mi madre. «Quiero ser fallera mayor». «Habla con tu padre». «Papá, quiero ser fallera mayor». ¿Para qué una reunión femliar si se puede hacer por teléfono viandando? «Acababa la carrera ese año y quería hacerlo con la mayor tranquilidad posible». Ahora esperará su oportunidad para que la comisión de las gárgolas recupere la presencia en un cuadro de privilegio que se le resiste desde 2011. Aunque sea... dejando en el paro momentáneo a Claudia.

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