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Andrea Sánchez Pedregosa | Falla Espartero-Maestro Plasencia (Benimàmet-Burjassot-Beniferri)

Llegó y besó el santo en el trabajo y quiere repetirlo en versión fallera

Llegó y besó el santo en el trabajo y quiere repetirlo en versión fallera

Andrea llegó y besó el santo. En la cosa laboral. «Llevo diez años trabajando en una correduría de seguros en Albal. Estudié el grado superior de Administración y Finanzas, hice las prácticas en una compañía de seguros, y ahí mi jefe me fichó. Me considero una privilegiada. En los tiempos que vivimos, es difícil meter la cabeza en cualquier sitio. Tuve mucha suerte». Ahora sueña también con llegar y besar el santo en la cosa cortesana. Un éxito que sería y que se comentaría en el Rincón de Ademuz y en Córdoba, lugares de origen de la familia paterna y materna. «Los dos son ya nacidos en València pero, por ejemplo, en Aras de los Olmos teníamos una casita hasta hace dos años. Es un sitio ideal para ir y desconectar y ahora todavía voy a veces a casa de una amiga. Y en Córdoba, en la casa de las titas de mi madre, teníamos las puertas abiertas, que las escapadas las hacemos de abril a agosto, cuando los patios están más bonitos». Espartero-Maestro Plasencia se enclava en un barrio separado del resto de Burjassot, al otro lado de la autovía, rodeado por Benimàmet, huerta y parque. «De niña me apuntaron a la falla de mi tía, Maestro Aguilar-Matías Perelló, pero con seis años... lo típico: el cole, los amigos del barrio..., me apuntaron a la falla donde vivíamos en Burjassot, a dos minutos de casa de mis padres». Por entonces, apenas dos años más joven que ella, por aquella comisión transitaba otra fallera infantil, Rocío Gil. Ella fue allí corte infantil en 2001 y, desde entonces, la comisión ha pasado por el cargo adulto en 2006 con Rosa Barrachina. «No fui fallera mayor infantil». Y ahora en la versión adulta, como en muchos otros casos, por empatía con los infantiles. «El nene es hijo de unos grandes amigos y la nena es sobrina de una de mis grandes amigas. ¿Qué mejor que con ellos? Tuvimos suerte». Y llegar a los 30 años -edad cada vez más habitual entre las cortesanas- tiene sus ventajas: «para ser fallera mayor se presentaron dos chicas más, pero yo tenía más antigüedad». Está independizada, pero sin moverse de Burjassot y no muy lejos de casa. «Que los tappers de comida de mamá vienen muy bien». En la comisión, Andrea ya ha estado «en la delegación de festejos, en la de protocolo y el año pasado compaginé ser fallera mayor con ser la secretaria». Este año, lógicamente, otra será fallera mayor, «pero sigo de secretaria». Todo pasa por sus manos y «el coche se conoce de memoria el camino a la sede de la Junta Central Fallera». Ahora tendrá que volver al edificio de Monteolivete, pero por un objetivo más personal. E ilusionante como nunca.

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