Ser o no ser. MIR o no MIR. La fallera mayor de Valencia 2020, Consuelo Llobell, con 23 años, es el paso intermedio entre «las que estudian» y «las que trabajan»: las que se tienen que enfrascar en los estudios especializados. Y en Medicina ocurre eso. A ella le llega el cargo, el que sea, a punto de empezar la preparación para Médico Interno Residente. «De momento he empezado la modalidad on line del curso de preparación, que es estudiar en casa y asistiendo a clases a través del ordenador». Si es corte podrá ir haciendo camino académico. Si es fallera mayor, cambiará la bata blanca por el espolín. La convocatoria es a finales de enero o primeros de febrero. «Con la de 2020 no contaba y, además, es el día después de la exaltación». Razón de más. «Intentaría llegar a la de 2021. Y si no, estudiaré un año más. No tengo prisa». Tiene toda la vida por delante con la intención de acabar siendo lo que persigue: «dermatóloga. Ser médico es mi vocación desde niña». Aunque de momento hacía las veces de médico de cabecera. «En la Fonteta repartí paracetamol a mucha gente. Siempre llevo encima».

Candidata a fallera mayor de València: Consuelo Llobell Frasquet

Candidata a fallera mayor de València: Consuelo Llobell Frasquet

Lo mismo sucede con las clases particulares que imparte para sacarse unas rupias. «Este año tenía dos niños. A una de ellas, que iba a darle clase por primera vez, ya le he tenido que decir que no podía ser. El otro es hijo de unos falleros. Me felicitaron y lo comprenden».

El pasado mes de septiembre, en su perfil de preseleccionada, nos desveló que es la menor de dos hermanas ?la mayor vive en Alemania?, que es sobrina del ilustrador Sento Llobell. que llegó a Albacete-Marvá a través de las amigas del colegio Agustinos, que fue fallera mayor infantil con trece años y que se llama Consuelo, sin abreviaturas ni sinónimos. «Es el nombre de mi abuela y mi tía. Estoy muy contenta con mi nombre».

Lo que no imaginaba era el cambio de registro en la noche más especial del mes de septiembre, al menos hasta ahora: hace doce meses estaba en la Fonteta, en la grada, con muletas, recién operada del pie, para ver cómo elegían a su compañera de comisión, Laura Carballeda. Un año después estaba, con el pie perfectamente recuperado, en la "habitación del pánico". En la que estuvo muy poco tiempo: el suyo fue el primer nombre de entre las candidatas. «Por entonces estaba más tranquila que en las pruebas. Pero sí que es verdad que perdí un poco la noción del tiempo cuando escuché mi nombre porque no pensaba que empezábamos ya». Ahora perseguirá ser el único que se escuche. Porque sólo hay sitio para uno. Y que la llamen Consuelo.