La Junta Central Fallera se ha visto obligada a poner en marcha una «licitación express» de la confección de los trajes oficiales de las falleras mayores de València y cortes de honor después de que la primera adjudicataria, Esperanza Pradas, presentara por escrito su renuncia a continuar la confección de los mismos, cuando falta un mes y una semana para el estreno de la primera tanda de los mismos. La modista ha justificado en motivos de salud la renuncia, que habría derivado además en un retraso en los tiempos de la confección de los mismos.

La adjudicación de la confección de trajes estrenaba este año la fórmula de licitación y, con la apertura pública de pliegos, fue adjudicado a esta empresa. En alguno de los casos, por cantidades tan exiguas como un céntimo. Este concurso -que sustituye el tradicional «contrato a dedo»-, no disponía de ningún intangible y, de hecho, la firma es bastante conocida, pero nunca había sido indumentarista oficial ni de todas ellas, algo que se ha dado muy pocas veces y ganó la adjudicación por ser la oferta más baja.

El precio objetivo en la licitación era de 13.000 el de las mayores y 14.000 el de las infantiles, que suponían un total de 52 trajes y 26 corpiños. Un trabajo ingente. Ya en las últimas semanas cobraba fuerza el hecho objetivo de que el trabajo se estaba acumulando de forma alarmante. Pero para poder rescindir el contrato era necesaria la renuncia voluntaria al mismo.

A partir de ahí se pone en marcha la maquinaria nuevamente. Hay que hacer una nueva licitación urgente para llevar a cabo la nueva adjudicación. Con el trabajo en la mano se decidirá también todo el proceso: si hay que acabar, reformar o rehacer uno, ninguno o todos, incluyendo cualquier nueva fabricación de telas.

Pliego en mano, los trajes Siglo XVIII ya tenían que haberse entregado, aunque no se iban a estrenar a finales de diciembre, como en años anteriores, con la presentación oficial de indumentaristas y proveedores: este acto se ha trasladado a enero, en vísperas de las Galas de la Cultura. Las falleras continuarán llevandu su propia indumentaria.

Una dotación insuficiente para la confección de los trajes de las falleras

Con todo, un aspecto que subyace es casi endémico: la insuficiente dotación que tiene esta contratación. Sin ni siquiera contar con forros, cintas y entretelas ni los arreglos, sale una media de mil euros por dos trajes y un corpiño. Una cantidad fuera de mercado, especialmente cuando los talleres no suelen asumir tanta cantidad de trabajo de golpe. El presupuesto de la JCF incluye un aumento en este apartado para 2020, esperando que la confección de la indumentaria vuelva a captar el interés de más profesionales del ramo.