La visita de la fallera mayor de València, Consuelo Llobell, y su corte de honor a la sede de la Junta Central Fallera dio la oportunidad de conseguir una imagen histórica por lo que supone el reencuentro de dos generaciones de una misma comisión.

Durante la visita, antes del pleno de la JCF, las falleras fueron llevadas por las delegaciones para saludar a sus componentes y, en la medida que la premura del tiempo lo permitía, conocer el qué y el cómo de cada delegación.

Una de las últimas fue Archivo y Documentación. Y en ella se pudo obtener una imagen, cuanto menos, insólita. Andrea Grau, de la falla Palleter-Erudito Orellana, posa y sostiene el premio que su comisión nunca pudo recibir, ondear y guardar en su casal: el sexto de la Sección Especial de 1988. Aun siendo una de las componentes más mayores del grupo (cumplió 27 años nada más salir elegida en la Fonteta), todavía faltaban cuatro para que ella naciera cuando su comisión afrontó una de las aventuras más peculiares que se recuerdan en la máxima categoría: militar en la Sección Especial.

Plantó para ello "Quina font de borumballes es la festa de les Falles", una reproducción de la fuente de la Plaza de la Virgen, sustituyendo al Dios Turia por el entonces secretario general de la Junta Central Fallera, Josechu Rey de Arteaga. La falla fue firmada por "La Comisión" y era una provocación en toda regla a los cánones establecidas, por entonces en periodo de desentumecimiento tras años y años de rigidez. Y no porque el entonces verdadero mandamás de la fiesta tuvieron enfrentamientos con la comisión: todo lo contrario. El histórico fallero siempre vio con simpatía aquello que suponía dar pasos en la fiesta. Pero entonces era la personificacion del poder establecido.

Cuando llegó el momento de entrar en competición, el jurado decidió no concederle premio alguno, aunque hubo discrepancias entre sus componentes. Dicho de otra forma, fue descalificada. Se le hizo pagar cara la algarada a semejantes alborotadores.

Pero el estandarte, naturalmente, se había mandado a bordar. Se quedó en la tribuna durnate el acto de entrega de premios, fue a parar al archivo de la Junta Central Fallera... y allí se ha quedado desde entonces.

Han pasado casi 32 años y allí permanece, guardado entre las estanterías. Es una pieza histórica por lo que supuso. De hecho, fue una transgresión que sí que tuvo continuidad. Al ser de "mediana intensidad", no fue condenada a la hoguera como otros proyectos (Falla King Kong a la cabeza). Palleter siguió ofreciendo proyectos originales y así ha continuado hasta el día de hoy. Pero el premio se lo negaron.

En los húmedos pasillos de la sede de Monteolivete, una generación después, una fallera de Palleter que ejerce de embajadora de la fiesta pudo reencontrarse con su propio pasado fallero.