Los artistas del ciclo formativo de Artista Fallero y Construcción de Escenografías llegan con ganas de comerse el mundo. Unos más que otros. Pero la jornada de ayer es muy especial: por fin ver plantar y quemar una obra propia. Llevados de la mano de los profesores (Vicente Almela, Manolo Martín, Ramón Espinosa... que no son cualquier cosa). Alguno, estadística en la mano, llegará a plantar fallas de cierto nivel. Otros ganarán jornales trabajando para terceros y otros se marcharán rápidamente en busca de otros horizontes. Pero la obra, que se quemó a mediodía, fue concebida como un homenaje al propio recinto artesano, reproduciendo la puerta de algunos de los más conocidos de tan peculiar parque temático.
La «Festa del Pí», una tradición gremial para celebrar la Navidad, recuperada en los últimos años, sirvió también para pulsar el ambiente en el colectivo, que lleva años siendo pesimista o peor. Ayer, la sensación era muy clara, tal como reconocía su portavoz Ximo Esteve: «A estas alturas tenemos claro que no hay voluntad de encontrar solución a la Ciudad del Artista Fallero. Cada vez somos más conscientes de que de que no se va a hacer nada desde ninguna institución. Las naves van a continuar tal como están o poco más». Días atrás cuestionaba por qué no se acondicionaba de alguna forma el solar que da al mural de Pichi&Avo (que resiste el paso de los años) y ayer, pensando en la nueva remesa de aspirantes a artista fallero, el por qué «no se colegia algún tipo de prejubilación para que esta generación empiece de cero». Pero en el recinto de Benicalap «no parece ni que vaya no a construirse, sino ni siquiera proyectarse» la sede de la Junta Central Fallera. La única buena noticia últimamente ha sido la práctica exención del IBI, aunque con la matización de que «afecta a artistas que son dueños de la nave y ejercen profesionalmente. De esos tampoco hay tantos». Ahora, a tres meses del final de fiesta, «dan ganas de dimitir, pero voluntad vamos a seguir teniendo».
