No le hace daño a nadie que una parte de la ciudadanía fallera pase varios días especulando con el color de fondo que va a llevar la fallera mayor de València en el traje de su exaltación. Y por eso, el algoritmo se basa en introducir datos como el color llevado en años anteriores, el que llevó la protagonista en la exaltación de su falla un año antes, los colores que ha llevado desde que empezó su mandado y hasta su color de piel y pelo. Y por eso, en las semanas anteriores se fue apuntando prácticamente toda la región visible del espectro electromagnético.

Y finalmente, lo que había salido de los telares de Vives y Marí fue un color nuevo, diferente, para romper las tablas periódicas: Rosa Oporto. «Sensual e intenso». Inspirado en los vinos rosados, que no todo es vino rojo en La Ribeira.

Elegido no sólo porque fuera de su agrado, sino precisamente buscando esa ausencia en el imaginario. De fallera mayor infantil Consuelo ya había llevado un rosa bebé. Oro volteado blando como metal y colorcitos empolvados para las flores para una tela «luminosa y alegre. Un secreto muy bien guardado que Serrano y Navalón acabaron de convertirlo en otro traje para el imaginario popular.