Una de las señales más evidentes de la llegada de las fiestas falleras es el momento en el que la plaza del ayuntamiento transforma su fisonomía al quedar su recinto interior encerrado por la valla de metal que protegerá al público del disparo de cada «mascletà». Se trata de una construcción efímera, desde hace años mucho más consistente que la que existía previamente, y que está destinada a poner una barrera entre los elementos pirotécnicos que puedan descontrolarse y el público, además de impedir que nadie acceda a su interior. Se estrenará el 1 de marzo con la «mascletà» colofón a la «despertà». Paralelamente, Bomberos revisará todas las cornisas de la plaza para comprobar que no hay ningún cascote inestable que comprometa la seguridad.
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