Bien, bien, requetebién. El disparo de Mediterráneo, seguido por menos gente de lo habitual, permitió llegar al ecuador del ciclo con muy buen sabor de boca. Disparo potente, duro, alegre... en fin, los adjetivos que se quiera porque la empresa, ubicada a efectos de razón social en la mismísima plaza, está de dulce y así continúa. Antonio García Juan reconocía que, geométricamente hablando, había salido «muy redonda». «Se ha quemado todo fenomenal. La respuesta del público lo dice todo. La plaza se ha volcado. Hemos conseguido lo que queríamos, que era satisfacer al público». El público que acudió. Y el que no, se lo perdió. Nada digital «y tradicional, y eso el público lo agradece».

El palco estuvo ayer bastante concurrido. Para las falleras es un continuo pasar por el particular «photocall». Las jugadoras del Levante UD y Valencia CF femeninos, un clásico donde los haya, y los responsables del Maratón (les dio tiempo a «doblar» con el de Levante-EMV), que le entregaron a cada fallera un dorsal con su nombre. Y las fallas invitadas (se van acercando inexorablemente al cien). El alcalde, Joan Ribó, también recibió el suyo, aunque su fuerte, en mocedades, no era la carrera, sino el lanzamiento: fue campeón universitario de peso y disco.

Visita entrañable para Consuelo Llobell la de su fallera mayor infantil en Albacete-Marvá, Aitana.

La corte, esperando y deseando ver si Helena Espert consigue recuperarse lo suficiente para estar presente hoy o mañana en el peor de los casos. Ayer, por fin, una vez desvelado lo que le pasa, el ingrato y agudo cólico nefrítico, ha recibido infinidad de muestras de ánimo.

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