Si las fallas son, en muchos aspectos, como un enorme avión a reacción, hay que recordar que cuando éstos despegan, existe el llamado «punto de no retorno». Y éste se rebasó absolutamente en el día de ayer, prácticamente a la vez que se preparaba la suspensión de la misma. Mientras todavía hay muchas fallas escampadas -y no pocas todavía sin salir del taller-, otras están ya en proceso de izado irreversible. Tanto es así, que algunas ya mostraban ayer por la tarde la práctica totalidad de elementos principales. La Sección Especial marchaba a dos velocidades. Con unos muy adelantados y otros más tranquilos, a la espera de, pasara lo que pasara, proceder al izado y ensamblaje. Fue una jornada de mucha tirada de grúa mientras se preparaba la particular hecatombe. Los artistas optaron por la normalidad de seguir trabajando y ahora lo tendrán que desandar. Pasara lo que pasara, los tiempos eran las que eran y no se puede perder ni un minuto. El trabajo no podía interrumpirse mientras no se dijera lo contrario. Unos, eso sí, con más rapidez que otros.

Los esperados fragmentos de falla, que la sociedad fallera llevaba un año esperando, se encontrará ahora con la inusitada situación de retirarlas y esperar, con toda la incertidumbre, su futuro.