La «cremà» del cuerpo central de la falla municipal y de las de Na Jordana y Cuba-Literato Azorín marca un punto de inflexión en el devenir de las Fallas 2020. Las comisiones tendrán que acomodarse a su nueva realidad, incluyendo el debate sobre celebrar o no una competición entre las mejores fallas de la ciudad. La falla municipal afronta ahora el reto de qué hacer con ella en el mes de julio o cuando se pueda reanudar la fiesta con normalidad

Con el cuerpo central ya desaparecido, el artista Manolo Martín aseguraba ayer a Levante-EMV que la historia pudo ser diferente. «La previsión inicial era subir el busto y la cabeza. Y de verdad que simplemente por una cuestión logística lo dejamos para el día siguiente. Subirla era relativamente sencillo y luego sí que es verdad que habríamos requerido un par de horas para afianzarla». Asegura que no recibió ninguna orden de paralizar la subida. «Yo me enteré de la suspensión de las fiestas en casa» y sobre todo «porque mi primer pensamiento fue que, al día siguiente, habría que subirla igual e inmediatamente después, quemarla. Si las cosas hubiesen sido sólo un poco diferentes, ahora ya no existiría».

Manolo Martín y José Ramón Espuig fueron partidarios hasta última hora de quemar la falla. «No me escondo y quiero que se entienda. Si no fuera por la simbología que ha adquirido, que acepto y me gusta, lo que se ha salvado de la falla no tendría ninguna razón de ser. No se entiende sin la totalidad. Para mi era una falla que era muy importante por cómo era. En la historia de las Fallas hay muy pocos trabajos de esa entidad que sean un cuerpo único. Como artista, el valor lo tiene con su visión total». Pero desde que se le incorporó la mascarilla, las cosas cambiaron. Estaba preparada pero no se quiso poner en los días previos para que no se malinterpretara como broma de mal gusto. Ponérsela a la chica nada más cancelarse la fiesta la convirtió en el símbolo que es ahora. «Es un giro completamente diferente a lo que estaba previsto. Pero como significado va a tener mucho valor» y reconocía que «en poco tiempo ha pasado a ser una de las fallas con más interactuación de la historia de la fiesta. Y para qué negarlo, con más empatía». A pesar de que, cuando fue presentada, no entusiasmó a mucha gente. «Estoy convencido de que, si se llega a haber plantado, la opinión habría sido muy diferente. No hay más que ver las dimensiones que alcanzó el cuerpo y si se le llega a poner busto y cabeza habría impresionado y agradado. Pero es cierto que, con la presión para indultarla, ahora es más de todos los falleros».

El artista pide, sin embargo, que la Falla de Julio no se quede en lo que todavía puede verse en la plaza. «Como poder, estaríamos en condiciones de repetirla íntegramente. Pero también entiendo que la ciudad tiene que afrontar muchos gastos». Sí que reclama una coherencia artística. «Se ha quedado sin salir el pelo suelto de la chica. Creo que, por lo menos, completar el cuerpo hasta esa altura sería muy lógico» en alusión a reconstruir por lo menos una sección del torso ahora destruida. «Lo que es aceptable es simplemente ponerle un cajón por esa obsesión innecesaria de las alturas».