El último vestigio visible en las calles de València de lo que han sido las efímeras Fallas 2020 descansa ya en la base del Alinghi de la Marina. Finalmente, el busto de la falla municipal fue retirado durante la mañana de ayer con la esperanza de que se pueda imponer la anormalidad menos lesiva. Dicho de otra manera, que se celebren lo más rápido posible para que la producción se resienta lo menos posible. Si es antes de agosto, mejor. Pero eso es algo que dependerá exclusivamente de factores muy lejos del alcance de los organizadores, autores, sufragadores y legisladores de la fiesta.

La figura no ha salido ilesa, tal como era previsible, después de pasar dos semanas a la intemperie. Ha sufrido especialmente en los últimos tiempos, cuando la lluvia ha caído de forma, si no torrencial, sí insistente. A lo que hay que añadir el agua que le cayó durante la quema del cuerpo central, donde hubo que empapar la figura también para que no corriera el riesgo de entrar en combustión. Sin embargo, desde el primer momento se tenía claro que esto podía ocurrir, pero que no va a supone un daño irreparable. Habrá que esperar que la cubierta que envuelve la vareta vuelva a secarse y, a partir de ahí, y con todo el tiempo del mundo, echar mano de los recursos habituales para restaurar la pieza.

El desmontaje empezó a primera hora de la mañana y lo mejor que pudo pasar es que el proceso de «desacabutxar» la pieza no causó daños a la pieza. Se dividió en las tres partes previstas, que son las mismas secciones tal como habían llegado: la cabeza, un trozo de la cabellera y el busto. Fueron colocadas en las góndolas que aportó la empresa Tragsa y fueron trasladadas a las instalaciones portuarias, donde se introdujo en la base entre un fuerte aguacero. La mascarilla, el gran símbolo de la falla, tendrá que ser retirada para evitar que empape la cobertura de la falla. Tiene como mínimo cuatro meses para escurrirse y volver a ser incorporada. Durante ese tiempo también se decidirá cuánta cantidad del cuerpo de la chica se hace nuevo para darle realce.

Galiana: «Un símbolo de lucha»

La escena no podía ser menos habitual: trozos de falla abandonando la plaza un 23 de marzo. Incluso dio opción al concejal de Cultura Festiva, Carlos Galiana, a lanzar su particular reflexión. Recuerda que éste debía haber sido ese difícil lunes después de fallas. «Y como todo es tan lunes, te asomas a la ventana y ves pasar una cabeza. La cabeza de una falla no quemada. La falla símbolo del Ayuntamiento, camino de la Marina. Todo muy loco. Y ahí estás tú, frente al ventanal del Ayuntamiento de València, mirando y pensando: ¿cuándo ocurrió todo esto? ¿Hace dos meses? ¿Un año? ¿Realmente fue la semana pasada? Todo esto sin poder apartar la mirada de la cabeza andante como si de una película surrealista se tratara». De repente, la meditadora ha pasado a llamarse «Mari Carmen». Galiana, que pedía a todos «sonreír y ser felices» también se puso en plan institucional para considerar esta figura -que, sin duda, pasará a los anales de la fiesta por su enorme significado- «todo un símbolo de resistencia, lucha y superación, tanto de nuestra fiesta grande como de nuestra ciudad y sus vecinos».

El Rocío, suspendido; la Virgen...

A partir de este momento poco queda más que ir pasando los días y contemplar la evolución de la pandemia para determina si las Fallas pueden celebrarse en Julio.

En el calendario festivo de la ciudad de València empieza a peligrar la siguiente gran fiesta, como es la de la Virgen de los Desamparados y, con ella, todo lo que lleva detrás (la «dansà» y el «mercat de l'Escuraeta principalmente). Tiene que celebrarse dentro de 48 días. De momento, la Romería del Rocío, prevista del 29 de mayo al 1 de junio de 2020, ha sido suspendida.