La renovación de Mario Gual y Miguel Hache en Na Jordana supone la finalización del mercado de fichajes para las fallas de la máxima categoría del próximo año. Un proceso que vuelve a evidenciar que las grandes comisiones no mueven el mercado, tanto por la falta de artistas que puedan o quieran asumir proyectos de tanta exigencia como por el hecho insoslayable de que a los que lo hacen en la actualidad se les pueden poner muy pocos peros. De esta forma, en 2021 tan sólo habrá un cambio respecto a 2020: la llegada, el regreso más bien, de Pedro Santaeulalia a Sueca-Literato Azorín en lugar de Vicente Llácer. Un único cambio, lo mismo que sucedió en el curso de 2020 y 2019.

La renovación de Mario Gual se lleva a cabo «por el convencimiento del trabajo que ha hecho este año, por lo que merece sobradamente la continuidad». No lo hará, eso sí, con diseño de Carlos Corredera, con quien la comisión expresó una separación amistosa «con la esperanza de volver a unir nuestros caminos más pronto que tarde».

En cualquiera de los casos, esa falla, la de Mario Gual y Carlos Corredera, permanece guardada a la espera de ser plantada y quemada. Por lo menos, aquello que pudo salvarse del fuego. Porque Na Jordana es, junto con Reino de València-Duque de Calabria y Cuba-Literato Azorín, las tres grandes perjudicadas por la cancelación de los festejos. Na Jordana tuvo que prenderle fuego al gran elemento central, tras la cancelación por la pandemia.

El presidente de la comisión, Pere Borrego, expuso claramente el estado de la cuestión: «Desmontamos lo que pudimos y se quemó lo que no se pudo. Desde el primer momento recordamos las circunstancias tan especiales que nos rodean. Si no hay algún tipo de ayuda, no podemos volver a hacer esos volúmenes. Con lo que, cuando se celebren las Fallas de 2020, sean cuando sean, plantaremos lo que nos queda. Y echaremos mano de imaginación, seguro, para seguir siendo referencia y motivo de visita».