El desarrollo de las fiestas populares de la Comunitat Valenciana dio ayer un giro demoledor cuando, en el plazo de poco más de una hora, tanto Alicante como Castelló comunicaban la cancelación definitiva de sus fiestas, Hogueras y Magdalena, en su episodio de 2020.

A continuación fueron tres de las grandes juntas locales falleras, Burriana, Gandia y Torrent, las que llegaban al mismo acuerdo. Aunque, teóricamente, la diferencia de días será mínima, resultaba especialmente significativa la decisión de la ciudad de La Safor por tratarse de un municipio que ya se encuentra en Fase 1 de la pandemia de Coronavirus.

Esta cascada pone en un brete a las Fallas, tanto de València como de las poblaciones que todavía las tienen programadas precisamente en vísperas de la reunión prevista para hoy por el alcalde Joan Ribó, el concejal de Cultura Festiva, Carlos Galiana y los agentes de la fiesta para revisar el acuerdo firmado nada más suspenderse las fiestas el pasado marzo.

Sobre el pape, obviamente, la suspensión. O un segundo traslado. Con los datos en la mano, se puede establecer qué se puede hacer en las "fallas sui generis"; es decir, qué actividad podría acompañar a levantar y quemar las Fallas. En las bases de la fiesta, y con los resultados de la encuesta presentada por los delegados de sector, la sensación en los protagonistas de la fiesta es la de aceptar con resignación la anulación de las fiestas. A día de hoy esos "mínimos" aún no están planteados (lo estarán hoy), pero se intuyen.

A día de hoy ya son muchas las poblaciones que las han cancelado. València, sin embargo, las tiene programadas para julio.

Otras se han reprogramado para después del verano (Paterna, Sueca, Oliva, Riba-roja...) y las hay que están a la espera de encontrar fechas o simplemente en espera, incluyendo varias de las grandes juntas locales (Sagunt, Denia, Xàtiva...). La reunión de hoy en el ayuntamiento de València será, en ese sentido, decisiva. No se puede esperar a mediados de junio, como estaba previsto, pero la decisión será consensuada con los agentes de la fiesta.

Alicante había tomado la decisión inicial de trasladar la fiesta a septiembre. Contaban con la ventaja de que la actividad propiamente dicha no había empezado en el momento de establecerse el estado de alarma. Sin embargo, ayer, y tras una reunión entre el ayuntamiento y los agentes de la fiesta se echaba el cierre. «Es una decisión que nunca hubiera imaginado. Pero he tenido que dar este paso porque lo primero de todo es garantizar la seguridad de todos nuestros vecinos ante la propia evolución de la pandemia. La opinión mayoritaria de hogueras y barracas, que han puesto de manifiesto las dificultades económicas para poder plantar y la incertidumbre e inseguridad en la situación han provocado que no haya otro camino que el de la cancelación» aseguraba el alcalde Luis Barcala. Una decisión apoyada por la Federación de Hogueras.

Poco después era Castelló la ciudad que abortaba el proyecto de celebrar la Magdalena en el mes de octubre y emplazaba a la celebración en 2021.

Julio, octubre o marzo

Con este panorama llega la resolución de las Fallas. Tanto su celebración programada en julio (en una versión reducida, basada en plantar y quemar los monumentos), su traslado en octubre o su finiquito en la versión 2020.

En el caso de las Fallas se entrecruzan los intereses y las sensaciones. Concejalía y colectivos falleros (federaciones, delegados de sector e Interagrupación) han mantenido la calma a pesar de que en la sociedad fallera se va imponiendo la resignación.

Las fallas, sin retirar de los talleres

Pero la cancelación supone un verdadero peligro para alguna de las vertientes clave de la fiesta Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, especialmente los artistas falleros. Y que ya han mostrado su inquietud y con razón. Son, proporcionalmente, los proveedores que están en mayor riesgo económico. La falta de noticias o sensaciones como que, dos meses después, todavía no se han retirado de los talleres las fallas no plantadas (labor que debe correr por cuenta de la Generalitat) aumenta la zozobra.

La cancelación de las Hogueras ya es un varapalo para una gran cantidad de artistas falleros, que tenían volumen de negocio en los meses de primavera.

Detrás de los artistas también vienen los indumentaristas como segundo sector productivo más afectado habida cuenta de la importancia que tienen las Fallas en su clientela anual, a lo que se une la de eventos (bodas y bautizos), también cancelados. La pirotecnia conformaría la tercera pata de los sectores más afectados.

Compromiso de comisiones

¿Cual es la solución que más se ha movido para garantizar la pervivencia de los talleres? El compromiso de las comisiones. Muchas de ellas han confirmado ya las contrataciones de artistas (en muchos casos, la continuidad). Pero no eso no basta: el artista necesita dinero. Hay comisiones que se han ofrecido para ir pagando. También se está trabajando en la opción de «mejorar en 2021 las fallas de 2020 añadiendo más elementos». Una cuestión que, técnicamente, no es fácil.

Para acabar el enredo de los profesionales, éstos también cuestionan si realmente las obras están hechas para durar un año entero guardadas por el deterioro de los materiales.

Sirva el ejemplo de lo ocurrido ayer con el sector de Patraix. Sus comisiones instaban ayer a todo el colectivo a cancelar las fiestas. En términos parecidos a lo expresado en Alicante: «debemos asumir nuestra responsabilidad ciudadana dejando la fiesta a un segundo plano y priorizar el bienestar social». Pero con condiciones de supervivencia: «solicitamos a las instituciones competentes que articulen ayudas y subvenciones destinadas a paliar unos ingresos que no percibirán los artistas en 2021. Y todas las comisiones han llegado a acuerdos y fórmulas de contrato con sus artistas, ideadas para garantizar su viabilidad durante los próximos ejercicios, siempre y cuando se mantengan las subvenciones actuales y los censos falleros no disminuyan en número».

Va a hacer falta mucha visión de estado (hasta ahora, el debate y las ideas se han dirimido en redes sociales de forma apasionada, cuando no fanática) para solucionar el mayor problema de la historia de la fiesta.