Las especiales normativas por la pandemia de Coronavirus ha obligado a la Junta Central Fallera a organizar una curiosa fórmula de ratificación: hasta el viernes por la tarde, los presidentes pueden acceder telemáticamente para votar dos cuestiones. Por una parte, ratificar el traslado de los festejos a marzo de 2021. Y por otra, aceptar la continuidad de Consuelo Llobell y Carla García, junt con sus cortes de honor, como embajadoras de la fiesta. Nadie duda que ambos términos se aprobarán.

De esta manera, las falleras elegidas en octubre de 2019 dispondrán del reinado más extendido en el tiempo de la historia de la fiesta. Nadie duda que se aprobará una iniciativa que el alcalde calificó como «una cuestión emocional».

Esta decisión viene reforzada por un hecho que empezó este último martes: la oficialización por parte de las comisiones de que sus propias falleras mayores también prorrogarán sus cargos. Se trata de una decisión que tienen adoptada, prácticamente por aclamación, en numerosas comisiones, pero que ha tenido que esperar a producirse las elecciones de presidentes para hacerlas públicas.

Desde ese día empiezan a aparecer estas continuidades. Comisiones como Gayano Luch, Mariano Benlliure-Acequia Tormos, Doctor Berenguer Ferrer, José Benlliure-Teatro de la Marina o Fermín Galán y García Hernández-Primavera son las primeras que lo han comunicado. Tanto de falleras mayor e infantil como de presidente infantil. Y así, por efecto dominó, el cargo que engloba a toda la ciudad y sus cortes de honor, continuarán al frente de la misma.

A esto hay que añadir los problemas logísticos que se suscitan para celebrare el proceso de elección de nuevas falleras mayores y cortes de honor, basados en convivencias de mucha gente y de actos masivos.

Desde que compareció tres días después de suspenderse las fiestas, el sentimiento general es que la ciudad está en deuda con Consuelo, Carla y sus cortes de honor. A lo que habría que añadir, además, al cúmulo de infortunios que habían tenido en los meses anteriores.

Salida para la indumentaria

Estas continuidades tienen un daño colateral: el negocio de la indumentaria. En este sentido, tanto Joan Ribó como Carlos Galiana recordaron que «son oficios que también tienen a su disposición ayudas municipales: al comercio, a los autónomos. Esta última, hay que recordar, es de tres mil euros cuando, por ejemplo, en Barcelona es de trescientos».

Pero más allá de esto, en las reuniones con los agentes falleros se ha señalado la conveniencia de reorganizar la línea de negocio. Por ejemplo, orientarlo a la indumentaria masculina, ante el lógico parón en el femenino por la ausencia de falleras mayores nuevas, y que se basará mucho en arreglos y composturas.

Si el Ayuntamiento plantará dos nuevas fallas municipales para dinamizar el sector, también lo hará con la indumentaria: se convocará algún concurso. Es más que probable que la corte infantil tenga, por lo menos, un traje nuevo, y otro tanto podría suceder con las mayores.