La poesía festiva ha perdido a uno de sus activos de las últimas décadas. Una insuficiencia cardíaca ha cerrado, a los 78 años, la pluma de Manolo García Miró, aunque deja para la historia docenas de llibrets de falla y por ello, de explicaciones en verso de las fallas del periodo entre finales de siglo e inicio del nuevo. No ha sido el coronavirus, sino el corazón, del que ayer sus allegados en la fiesta destacaban precisamente su enorme salud moral. Dicho de otra manera, una grandísima persona. Poeta de las fallas, contador, a su manera, de la realidad en forma de ninot.

El suyo fue un caso curioso porque la vena poética le entró superados ya los cincuenta años. En 1999 compuso sus primeras cuartetas, saldadas con un cuarto premio de novel, y dos años después recibía el premio extraordinario de debutantes del concurso de "llibrets" de Lo Rat Penat. Su momento culminante en est esentido fue el "Peris Celda" de 2007, su primer extraordinario que después redondearía con el "Emili Panach" en 2014 y aún más con el "Almela i Vives" en 2015. Como siempre, para su comisión, Ferrnando el Católico-Ángel Guimerá. A la que pertenecía su entonces novia, Pilar y en la que se enroló porque era la forma de poder "festear". Tiempo de parejas jóvenes, de años sesenta.

Con su hija menor, la periodista Raquel García Tamarit, corte 2005, y el premio extraordinario de 2015.

Ejerció la profesión de la visitación médica y el mundo de Galeno lo trasladó a sus dos primeras hijas, Pilar y Amparo. Raquel, que llegó más tarde, optó por el periodismo. Bromeaba más de una vez de su aplastante inferioridad numérica, de cuatro mujeres, junto a su esposa Pilar Tamarit, contra uno, él, hasta que empezaron a llegar los chicos nietos. En casa vivieron la fiesta en primera línea. Es de los pocos hogares que han tenido dos hijas en la corte de honor. Amparo, en 1992; Raquel, en 2005. Pilar se quedó en puertas en 1991 pero ocho años después sería jurado de la corte infantil. Tres años de falleras mayores infantiles de comisión, tres de falleras mayores, dos de corte de la ciudad... un no parar que disfrutó con orgullo de padre.

Años atrás recibió un homenaje de su comisión por cumplir 50 años en la misma. En la que fue directivo y, sobre todo, participante activo. El que hacía las poesías a las falleras mayores (Raquel Alario, futura fallera mayor de València, incluida) y el que fue llevando hijas y después nietos y nietas en brazos en infinidad de presentaciones.

"Era capaz de hacer un chiste con un prospecto de medicina". Queda la memoria. Y los llibrets.

Una foto familiar reciente. De su matrimonio vinieron las tres chicas. Una generación después, la familia es de quince.