Han pasado tres meses desde que las Fallas 2020 dieron su último coletazo. Porque todo lo demás fue un quiero y no puedo. A mediados de marzo, sin más ceremonia que un comunicado (no había para más), la Junta Central Fallera comunicaba los ninots indultados, con un espectacular y pocas veces producido doblete, en favor de una misma comisión, Almirante Cadarso-Conde Altea. Manuel Algarra y Enrique Ginestar protagonizan un hecho tan poco habitual como espectacular. Y que lograron con una notable diferencia de votos. Eran los grandes favoritos y cobraron ventaja desde la inauguración.

Ahora, tres meses después, se desclasifica el proceso del que está considerado ya como una de las obras maestras de la historia de la fiesta. Porque, a pesar de los peros que se le ponen, por el hecho de ser una continuidad de un estilo repetidamente ganador de la votación popular, resulta innegable que es un portento de aplicación de las artes aplicadas, pintura y escultura.

A Almirante se le había escapado el indulto el año anterior y en abril se establece el nuevo proyecto una vez confirmada nuevamente la continuidad de Manuel Algarra, dentro de ese récord absoluto en la historia de la Seccion Especial.

Se ficha a Miguel Santaeulalia para bocetar la falla y un ninot "que fuera ganador sin discusión" recuerda el presidente Vicente Fuster. La idea, en la línea de lo que se vota y se indulta año tras año: una escena relacionada con la Ofrenda.

Y una de las revelaciones que se desvelan es que el trío abuela-hija-nieta, que se están preparando para asistir a la Ofrenda, es el tercer proyecto tras aplicar el "ensayo-error": primero eran tres hijos. "Manuel Algarra nos dijo que era imposible porque no le cabía en la escena". Porque los ninots tienen, como bien se sabe, unas dimensiones máximas.

Después el niño pasa a estar en el regazo de la "iaia" y, finalmente, la disposición es la que todo el mundo pudo contemplar: la anciana, de pie, la hija, sentada y la nieta, apoyada en su madre. Aún a última hora se hizo una última modificación: la niña, que está simplemente apoyada, aguarda impaciente a ponerse en marcha y para ello se pone a jugar con un teléfono móvil.

La labor digital de Carlos Mondriá

"Carlos Mondriá hizo muy buen trabajo con la composición digital" recuerda Manuel Algarra. "En una superficie de un metro cuadrado hay cosas que son imposibles, pero ahora, gracias a los tratamientos digitales, sí que se pueden ajustar". Ya en veramo empezó el modelado, como siempre, con las manos de Luis Pascual. "Costó mucho acoplarlo todo y luego".

Y conforme iba avanzando el trabajo se iría sufriendo por otro motivo: "el peligro de cualquier rotura. Se custodió bien hasta el final, afortunadamente". El equipo contaría también con la ayuda de Patricia MIlla y una clave sería también contar con gente conocedora de la indumentaria, como María Luisa Llorens y Amparo Fabra. "Porque con la indumentaria, a la hora de hacer una figura a estos niveles, no te puedes equivocar. Antes aún hacías trajes de fantasía. Ahora todo el mundo entiende". Algarra reconoce que el proyecto era "meterse en la boca del lobo".

"Francia", "Real" y "Pastora"

Después llegaría el turno del pintado, el gran reto para Miguel Santaeulalia. Los trajes no están elegidos al azar. Son reproducciones de otros tantos modelos de la fallera mayor e hija del presidente, Carla Fuster. La anciana lleva espolín "Francia" negro; la hija, un "Real" de color azul y la niña, un cartonaje "Pastora" naranja. Era el turno de los pinceles de Miguel Santaeulalia. "La ventaja es que todo estaba muy bien documentado. Pero también era un reto porque la gente entiende mucho de esto".

No había margen para el error y recordó como, trabajando para Lladró "hicimos una porcelana en la que, por la forma del kimono, resultó que no era una mujer de compañía. Claro, eso no lo sabíamos. La consecuencia es que se vendió muy bien en todas partes menos allí". La reprodsucción fue plano a plano "como un cuadro, buscando el equilibrio". Y la consecuencia fue la reproducción prácticamente como si hubiese salido del telar. A pesar de tratarse de una pieza de enorme riesgo.

Una inyección de moral tras la tragedia

El indulto se produjo con notable diferencia respecto al resto de figuras candidatas. Y para Miguel Santaeulalia fue una inyección de moral. Meses antes, en julio, había faltado su esposa, Mari Carmen. "Claro que ha sido un año difícil. Pero, mira, debe ser que el de arriba me dijo "no va a ser todo malo"" Porque el éxito con la figura grande lo remató también con la infantil, materializado por Enrique Ginestar. Eso sí que es único en la fiesta: que un mismo diseñador bocete los indultos de un mismo año. Un reto que intentará repetir en 2022.

Las figuras abandonaron la Ciudad de las Artes y ahora descansan en el casal de la comisión. A la espera de destino. Porque todo es atípico en unas fallas atípicas. Técnicamente ya podrían irse al Museo porque ya están indultados. Pero deberían volver para incorporarse a la falla cuando ésta se plante en 2021. "Estamos a la espera de saber qué decide el ayuntamiento" asegura Vicente Fuster.

Para Manuel Algarra "no sé si es el trabajo más importante de mi carrera. Seguramente sí" y añade con cierto apuro que "habrá que pensar mucho para superar esto". Tiene casi un año por delante antes de empezar a superar lo, seguramente, insuperable.