La fallera mayor de València de 2020 y 2021 ha cambiado las obligaciones de un cargo congelado durante meses por las obligaciones de afrontar lo imprevisto en el consultorio de Atención Primaria de El Perelló. Ha visto pasar pacientes con la covid-19, ha atendido infartos y ha empezado a aprender de lo que será su vida en el futuro. Ahora, en lugar de contar los días que le faltan para dejar el cargo, que habría sido lo normal, inicia el "año extra" al frente de la fiesta. Un episodio más dentro del que, seguramente, y por muchas razones, será el reinado más peculiar de la historia de la fiesta. Ahora analiza el presente desde sus dos visiones: la de médica y la de embajadora de la fiesta.

Y de repente, del corpiño a la bata blanca. ¿Como ha sido eso?

Cuando se cancelaron las fallas, sinceramente, pensaba que volveríamos en julio. No tenía en mente ponerme a trabajar. No pensaba que esto iba a durar tanto. Pero luego, al ver que se cancelaba, que nos proponían continuar y que sabía que iba a tener el verano más o menos libre, lo decidí.

Soy una persona que necesita estar activa, que se aburre en casa. Y pensé que, para mi carrera era bueno tener contacto ya directo con la medicina. Busqué opciones y me salió fue ser Médico de Atención Primaria en El Perelló. Me ha gustado mucho y me ha servido mucho. Se hace antes del MIR, cubriendo bajas y vacaciones.

¿Cómo se consigue ese puesto de trabajo, aunque sea una interinidad?

Normalmente salen a bolsa las plaza y las de vacaciones suelen quedar desiertas. Al final te llaman. Mandé el currículum y lo consegui.

¿Que tipo de patologías ha atendido?

En un sitio de vacaciones, sobre todo otitits, conjuntivitis... que se pueden resolver en un centro de salud. Pero también me ha enfrentado a situaciones graves en las guardias que hice. Primero una apendicitis aguda, que era de libro. He visto infartos, arritmias, obstrucciones intestinales... Y me he visto bastante bien. Creo que los pacientes están contentos con el trato.

¿Han pasado por sus manos enfermos de Covid?

La verdad es que sí. El Perelló es un sitio donde, en verano, hay mucho contacto social y todos vimos que los casos llegaban por ese vector. Si luego te decían que tenían algún positivo en su círculo familiar, le veías con síntomas como perdida de olfato y gusto... le haces prueba pero sabes que que lo tiene y te lo confirma. Pero lo he visto todo: ha habido veces que pensabas que era un Covid y salia negativo y luego lo contrario, no lo parecía y finalmente la prueba te señalaba el positivo.

Desde su perspectiva como médico, ¿nos merecemos lo que nos está pasando?

Hemos sido muy inconscientes durante todo el verano y especialmente la gente joven. Ojalá nos sirva para ser más conscientes. Hay mucha gente detrás que se está esforzando mucho. ¿Se acuerda de los aplausos de las ocho de la tarde? Parece que nos olvidamos que esos médicos siguen trabajando muy duro. La gente debe seguir concienciada. Hay que volver a la actividad, pero con respeto por lo que hemos pasado.

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A pesar del embozo, ¿la reconocían?

Es difícil reconocerme porque vas con el pijama, la mascarilla, gafas... los que son falleros y veían la credencial te reconocen. Pero menos de lo que pensaba. He estado de incógnito durante casi un mes. Ni mis compañeros lo sabían. Hasta que, al final, alguien lo comentó. Pero sí: algunos pacientes les hacía ilusión.

En lo personal, ¿Qué se siente cuando ve la credencial: "Mª del Consuelo Llobell Frasquet. Metgessa"?

Que después de tanto esfuerzo en el bachillerato y en la carerra has conseguido lo que querías: ayudar a la gente y tratarla lo mejor posible.

Aunque había tenido algunos actos menores, el pasado sábado se volvió a vestir de valenciana. ¿Qué sintió al calarse la peineta?

Como que ha habido un paréntesis en tu vida. Que del 10 de marzo al 12 de septiembre has vivido en una burbuja distinta a la que estabas acostumbrada. Vuelves a los moños, a estar con la corte, a la gente de Junta, aunque sea con mascarilla. La sensación de ir volviendo, aunque sea poco a poco y con responsabilidad.

Su cargo es muy de estética, de besuqueo... ahora hay entre usted y el mundo la barrera de una mascarilla poco florida

Me choca. Yo me veo en el espejo y no me parece raro porque la llevo habitualmente. Pero cuando ví a la corte sí que me dio un poco de miedo: "¿Va a ser así toda la vida?" Pero es algo que llevamos en todos los ambitos de vida. Aquí no podía ser menos.

No parece baladí que la mascarilla que llevaban las trece fuera de un color único y muy discreto.

Intentábamos que pasara desapercibida y que fuera bien con todos los trajes: los de ellas y los míos. Habrá momentos de llevar esa u otras. Pero siempre he dicho que me gusta formar parte de un grupo de trece. Además, pega con prácticamente todos los vestidos.

A estas alturas le estarían dando la murga con el "¡Qué poco te queda!". Pero no es así: tiene un año y un mes por delante. ¿Se ve como una fallera mayor interminable?

Quiero pensar que no será interminable porque quiero que las Fallas vuelvan a ser lo que son, que las falleras mayores y presidentes continúen, que el ciclo siga. Y aunque cueste volver a las Fallas de toda la vida, quiero pensar que voy a vivir mi año, que acabaré, que vendrá otra a ocupar este lugar...

Pero su representación da, de momento, la sensación de que será a cachitos. De cocina de aprovechamiento. Hoy un acto, mañana una versión nueva de otro...

Hay que sacar lo positivo. Vamos a vivir cosas que nadie ha vivido. ¿Cuantas no querrían revivir cosas que vamos a tener dos veces? Sé que lo nuestro va a ser especial. Los novios han tenido día de "no boda" y nosotras hemos tenido días de "no ofrenda" y "no cremà". Quiero pensar que lo tendremos, como sea. Quedarse en lo negativo no soluciona nada. Ni a nosotras ni a las que están en cada comisión.

Se suele decir que los sacrificios del cargo no se pueden ni mentar. Que muchas "pagarían" por estar ahí. Pero dos años de trastoque en los estudios o en los trabajos...

Al final la gente lo acabará entendiendo. Yo paralicé el MIR un año, pero no puedo pararlo dos. Y porque, además, se pierde el hábito de los estudios y el contacto con la medicina. Es imposible. Así que me tocará compaginar sabiendo que tienes que llegar a todos los actos. Y me presentaré, sea cuando sea. Con la corte espero que ocurra lo mismo con sus trabajos.

Las niñas, que empiezan a pasar a la ESO, es lo mismo: este día voy a clase, este no; esta tarde la tengo copmrometida...

Es un sobreesfuerzo. Pero no sólo de nosotras y de ellas: también de las familias. Las niñas tendrán que estudiar más veces en los coches y nosotras tendremos menos tiempo para arreglarnos y planificar...

¿Qué le dice el acto que tendrá del próximo sábado en el Salón de Cristal del Ayuntamiento?

Tengo sentimientos encontrados. Quiero mucho mi banda original. Es "la mía". Pero ésta que me van a dar ahora es la forma de decir que ya vamos de seguido. Era necesario para abrir una etapa nueva. Le étendrá el mismo cariño pero diferente a la vez. La primera es aquella con la que has soñado toda tu vida. El día que te la ponen en la exaltación, es un momento único. Esto será una "imposición de bandas". El primer momento es irrepetible. Éste será muy especial por lo que significa.

Dentro de diez, veinte o cincuenta años se recordará a Consuelo Llobell como la fallera mayor que tiene dos bandas en casa. Eso será histórico.

Siempre digo que habría preferido pasar a la historia de las Fallas no por eso, sino por, no sé, ser una fallera mayor muy cercana, haber demostrado que soy muy fallera... pero ha venido así y nos quedamos con la parte positiva. Si: tendré dos bandas y muy preciadas las dos. Y guardaré las dos con idéntico sentimiento.

Dentro de 19 años usted participará en la Ofrenda del centenario de la Junta Central Fallera. ¿Con qué banda?

Supongo que la del 21, que es la última, ¿no?

Las cosas no pintan "muy allá" para las Fallas. Las reuniones de 50 en 50 parecen un antibiótico, un "del mal, el menos".

Son limitaciones que está claro que a los falleros que bajan a las juntas o a las fiestas les va a "molestar" en el sentido de que, como fallero, quieres hacer vida normal. Pero es que ya no hay reuniones familiares de treinta personas, reuniones de amigos... al final es lo mismo. Si adaptas tu vida a estos tiempos, también hay que adaptar las Fallas. Puedes turnarte... y sobre todo tratar de perjudicar lo menos posible. Con mucho sentido común. Teniendo en cuenta que hay que hacer falla pero, a la vez, respetar las nnormas. Hay que saber manejar muy bien esta situación.

¿Entiende a aquellos que puedan dejarse la comisión con este panorama?

Soy consciente de que hay familias que están pasando una situación económica muy complicada. Pero también sé que las comisiones están ayudando. Si el caso es borrarse por el "para esto no estoy" hay que recordar que la fiesta como tal, la que es Patrimonio de la Humanidad, nos necesita más que nunca. Que se puede prescindir de otras cosas antes que algo que quieres tanto. Necesitamos a todos los falleros. Y yo les pediría que se queden. Que nos hacemos falta.