Si las Fallas son el resultado de la relación entre un barrio y su propio vecindario, la fiesta ha perdido a uno de sus ejemplos más preclaros. Porque Enrique Giner reunía esas dos características. En el plano de la fiesta no sólo por ser fallero de la comisión de Doctor Olóriz-Arzobispo Fabián y Fuero, sino por ser, además, el padre de la fallera mayor de València de 1995, Raquel Giner Ortiz. Y porque, además, fue el propietario, y continuador de una saga, de uno de esos comercios "de barrio de toda la vida", intergeneracional.

Fontanería Giner era sinónimo de negocio nacido desde un barrio, y ahí continúa después que el señor Enrique se jubilara mientras veía cómo su nieta, Sol Ferrer Giner ‑hija de Raquel y el artista fallero Fede Ferrer‑ también pasaba por el trono de la comisión número cinco de la ciudad.

Y como vecino del barrio, vivía en el barrio, al lado de la estación de servicio de La Torreta, en la mismísima puerta de Zaidía.

Tanto Enrique Giner como su esposa, Amparo Ortiz. mantuvieron siempre un papel muy secundario, sin estridencias, durante el año de reinado de su hija, una de esas "falleras mayores del pueblo" que iban ayudando a desmitificar los clichés del cargo: la hija de un comerciante de barrio, más valenciano que castellanoparlante, y que accedió al cargo con veinte años de edad. Formaban parte de un grupo, el de padres y madres de 1995 que, aunque ha perdido ya a algunos de sus componentes, ha mantenido durante este cuarto de siglo la cohesión y la amistad.

La noticia ha sorprendido amistades y allegados. No más lejos que este verano, la propia Raquel publicaba fotos con su padre haciendo excursiones o atreviéndose a cocinar su primera paella.

El próximo jueves, a partir de las 12.00 horas, se celebrará una misa en el Tanatorio Nuestra Señora de Atocha de Alfara del Patriarca.

La noticia llega apenas unos días después de la pérdida también de Eduardo Remohí, padre de las hermanas Susana y Sonia Remohí, que también conmocionó al mundo fallero.