Las fallas que permanecen en el puerto de València tendrán que salir de su hibernación y trasladarse a otro lugar. La Marina ha comunicado al ayuntamiento que necesita las bases en las que se custodian desde hace ocho meses. Son espacios que se alquilan para diferentes actividades y eventos y, aún a pesar de las restricciones actuales, son susceptibles de explotación comercial. Tanto es así, que ya habían llevado ofrecimientos que se han tenido que rechazar por encontrarse allí guardadas las fallas. La provisionalidad del almacenaje ya excede el tiempo previsto (la celebración de la fiesta se está retrasando mucho más de lo que cabía imaginar el pasado mes de marzo, cuando los primeros cálculos hablaban de que tuvieran lugar en julio) y ahora el consorcio ha comunicado la necesidad de disponer de ellas. Con la particularidad, sin embargo, de que sí que van a dejar uno de los edificios como contenedor de fallas, mientras que los otros tres sí que deberán quedar disponibles en un futuro no lejano.

Las fallas que fueron a parar al recinto portuario son, fundamentalmente, las que estaban en la calle en el momento de la suspensión de la fiesta y aquellas piezas que tenían un tamaño imposible de almacenar en Feria València, mayor de tres metros. En aquel momento se arracimaron allí, pues, piezas de todos los tamaños. Ahora, los cálculos indican que sí que se puede trasladar buena parte del material a la Feria, por ser ninots, escenas o fragmentos de pequeño tamaño. La base de Copa del América que quedará disponible será para esas piezas grandes que no pueden entrar físicamente en el recinto de Benimàmet.

La meditadora se restaurará

Otra de las opciones será la de que esos fragmentos puedan ir a parar a los talleres de los artistas titulares si así lo consideran. De hecho, hay importantes cantidades de fallas que se han quedado en los propios talleres porque sus autores consideran que es mejor tenerlas custodiadas cerca.

Estos cambios afectan, entre otras fallas, a la meditadora, el busto de la falla municipal que se salvó del fuego. En principio, hay que recordarlo, la idea es quemarla el 28 de febrero como remate a la Crida. Pero, obviamente, también existe la posibilidad de que las Fallas aguarden un tiempo a su celebración.

En cualquiera de los casos, en algún momento la figura regresará a la Ciudad del Artista Fallero para ser restaurada en cuanto se produzca el compromiso económico para ello, el mismo «refuerzo» que tienen el resto de fallas. La icónica pieza sufrió mucho con los días que estuvo a la intemperie mientras llovía y requerirá de una restauración a fondo.

El ayuntamiento no moverá las piezas hasta que no haya un calendario y se informará tanto a las comisiones como a los artistas, que estarán presentes en el momento del traslado, tal como sucedió en su primer éxodo. Este traslado, además, tiene que ser sufragado por el consistorio.

Disgregación y concentración

Este traslado a Feria València provocará dos cuestiones. Por una parte, que una falla podrá estar aún más disgregada. Sí que es verdad que, en el momento de salir de La Marina, todas ellas estarán etiquetadas para facilitar su identificación.

Por otra parte, el aumento del material en la Feria supondrá que la tarea de desalojo del mismo requerirá aún más tiempo. De hecho, una de las grandes incógnitas de esa futura plantà es la logística: cuánto tiempo hará falta para ir llevando, góndola a góndola, todas esas piezas a las demarcaciones. Ya se piensa que pueda haber falla en la calle dos semanas antes de plantarse.