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Los artistas advierten del deterioro de las fallas que llevan año y medio hechas

La Federación de Gremios ya ha avisado de que plantar y quemar no puede dilatarse a después del verano sin haber riesgos en la «planta»

Traslado de fallas enpaquetadas desde un taller a Feria València, el pasado septiembre. | M. A. MONTESINOS

El arte efímero está pensado para crearse y destruirse en poco tiempo. La suspensión de las Fallas y, sobre todo, la eternización de una solución para los monumentos ya terminados encuentra ahora una problemática añadida: la Federación de Gremios de Artistas ha advertido que las obras no están hechas para estar almacenadas «sine die» y que, si no hay una solución, puede provocar un riesgo en la «plantà».

Hay que recordar, en ese sentido, que cualquiera de las fallas ahora guardadas tiene ya, por lo menos, un año de antigüedad. Desde el confinamiento, además, están sometidas a un test de estrés a sus materiales: almacenamiento en plástico impermeable y cambios de temperatura y humedad al cabo de los meses. Que corre el riesgo de notarse en dos aspectos: la cobertura exterior -el acabado de las figuras, con grietas y desaparición de la pintura, que está apoyada sobre una base, el «corcho blanco», basada en el aire- y, lo que más preocupa, el armazón interior.

La madera favorita para la elaboración de estructuras es el chopo, un material que es generoso a la hora de tratarlo, pero que es mucho más susceptible de secarse, astillarse o curvarse. Hasta cuatro artistas falleros consultados por Levante-EMV coinciden en aseverar que este llamamiento del colectivo de gremios se sustenta en hechos reales, poniendo incluso ejemplos como fallas que, hechas al inicio de ejercicio, luego presentan problemas a la hora de ensamblarlas. En este caso, además, porque es una situación no planificada (en algunos casos, muy pocos, ha habido fallas empezadas a hacer más de un año antes de quemarse). Los profesionales han advertido, en ese sentido, de que más allá del verano ya habría factores de riesgo no asumibles, especialmente en fallas de gran tamaño.

Los remates de las fallas se basan en elementos de precisión, en el que unas torres de madera tienen que encajar sobre otras (los conocidos «masclés» y «femelles» del «sacabutx») y las curvaturas del mismo pueden acabar provocando la imposibilidad de encajarlos.

Son factores a los que habría que añadir los constantes transportes de material -el último, el que tendrá que hacerse desde La Marina, tal como publicó Levante-EMV la pasada semana- que lo único que pueden añadir es deterioro al material.

Los gremios también han puesto el mes de mayo como uno de los primeros límites para poder asumir el plantar aquellas fallas que, estando hechas, pertenezcan a artistas que han cerrado los talleres y que, por consiguiente, ya no tienen infraestructura de «plantà». En caso de no darse las condiciones sanitarias para poder plantar antes de verano, la salida empezaría a tener que ser la de prescindir de todo este material artístico.

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