La RAE define «Nervios» como «estado psicológico agitado y tenso de una persona». En el mundo de las Fallas hay nervios. Con razón, porque nada de lo que está pasando era de prever. Gastos, pérdida de censo pero, sobre todo, el precio más alto: el de la incertidumbre. El sueño de la razón produce nervios. Y en la asamblea de presidentes de enero, se visibilizaron más que nunca.

Tanto, que Carlos Galiana los perdió. «¿Crees que no sé lo que estáis pasando? ¡Ni a mi peor enemigo le deseo lo que estoy pasando! Ocupar un cargo, que seguro que más de uno desearía ocupar, y tener esta situación. Ni yo ni este equipo. ¿Se han cometido errores? Quizá. Pero yo nunca había gestionado una pandemia. Y si quieres, quítame a mi. Aquí hay compañeros que se están dejando la piel en reuniones. Las vicepresidentas, el presidente de la Inter, que se está dejando los cuernos. Si quieres, mañana anulo las Fallas hasta 2022. Así, entonces sólo es una cuestión económica. ¿Ayudas? De momento sólo las da el Ayuntamiento. Me puedes apretar lo que quieras, pero no puedo darte una fecha de cuándo serán las Fallas. Con las "cornàs" que hemos recibido, he aprendido a ser prudente». 

¿Que había pasado? Se calentó el concejal -como no se había calentado hasta ahora- cuando el presidente de Isabel la Católica, Rafael Ferrando, interpeló, y ya era la tercera vez esa misma noche, por los planes para celebrar las Fallas de 2021. Antes lo habían hecho los de Ceramista Ros y Leones-Poeta Mas y Ros y ya le habían apretado respecto a una cuestión que refleja también esos nervios que hay en todas partes. Porque la fiesta vive atrapada en una cárcel pandémica. Que por qué no se les pregunta sobre qué hacer con la fiesta. Sin recordar, posiblemente, las entidades intermedias que están interlocutando en su nombre.

"Fallas entre comillas"

Por partes. En en el informe de presidencia, Galiana ya había advertido, como novedad más importante, la definición de lo que pueda celebrarse. "Vamos a trabajar con posibilidades de celebrar las Fallas 2021 entre comillas porque Fallas como tal, no serán posibles".

Y otra: le costó, pero admitió por fin que la posibilidad de unas Fallas dentro de nada habían sido reales. "En noviembre, los datos que había nos hacían ver que posiblemente en marzo podríamos hacer algo. Y ahora vemos que es imposible".

"Estamos alejados de la realidad"

Y entonces vinieron las reflexiones. Primero el presidente de Ceramista Ros: "Me da la sensación de que estamos viviendo un poco alejados de la realidad. ¿No se ha planteado en estas reuniones la opción de no celebrar nada este año e irnos a 2022?. Porque ya somos varios los presidentes que pensamos así. Hemos tenido un año para aprender y volver a plantear un año al segundo semestre, plantear, como ha dicho usted, "Fallas entre comillas"... es no haber aprendido. Las Fallas es una manifestación social y es incompatible con la pandemia. Nos deberíamos plantear ciertas cosas. ¿Os lo habéis planteado vosotros? Es que nos deja con la incertidumbre. ¿Vamos a plantear actos con todo lo que se ha suspendido? ¿Vamos a fingir? Muchas comisiones pensamos que lo más importante es el fallero y la forma de mantenerlos es fidelizarlos con cuota de mantenimiento o sin cuota. No con incertidumbre de "en seis meses igual podemos". Los falleros debemos salvar a las comisiones. Si no tenemos claro a donde vamos, dejar en el aire que puede haber unas Fallas es dejar las cosas por hacer. Debemos ser consecuentes. Con los datos que tenemos deberíamos plantearnos que ni primer ni segundo semestre. No me creo que nadie lo haya planteado".

"Pensemos en las consecuencias"

Galiana le contestó que "el primer planteamiento que se hizo era aplazamiento sine die". Es verdad: fueron las entidades falleras las que apretaron a Isaura Navarro para dejar una ventana, que se tradujo en ese famoso segundo semestre.

"Todas las posibilidades están sobre la mesa. No me atrevo a decir ni a cerrar y menos con los datos actuales. Si finalmente se decidiera ir a 2022, que no pasa nada porque se puede tomar esa decisión, cada una tiene unas consecuencias sociales y económicas. Los compromisos adquiridos con los artistas... está todo sobre la mesa, pero hoy no es el momento".

"Claro que lo hemos planteado. Y celebrar en julio, en agosto, en septiembre..."

"Algo tendremos que decir los presidentes, ¿no?"

Luego intervino el presidente de Leones-Poeta Mas y Ros. "Algo tendremos que decir los presidentes, ¿no?. Igual no queremos en el segundo semestre. igual lo queremos el 19 de marzo. Preguntemos a las Fallas. Tendremos derecho a decidir cuando queremos las Fallas, ¿no?".

La caldera de Galiana iba sumando presión. "La decisión la tomaremos conjuntamente. Pero por mucho que votemos celebrarlas este mes de marzo, resulta que no las vamos a tener en marzo. Porque no depende ni de vosotros, ni de la JCF ni de Sanidad. Depende del virus".

"Son los que sacaron el 37,5 por ciento de subvención"

La crítica era un ataque en toda la línea de flotación a los colectivos que forman las comisiones de seguimiento. Por los que Galiana entonces sacó la cara. "Fueron los mismos que, en marzo de 2020, en 24 horas, consiguió unirse, sacar el 37,5 por ciento de subvención y llegar a acuerdos rápidos. Son los que debatieron y preguntaron de trasladar a marzo de 2021 las Fallas. Están representados el cien por cien de las comisiones. Cualquier decisión que tome lo elevará a consultas".

Entonces es cuando llegó el presidente de Isabel la Católica. "Llevamos desde marzo escuchando afirmaciones diferentes, usted hablo de fallas en marzo aunque sólo fuera plantar y quemar... y no sabemos qué plan hay, si el A, el B o el C. Desde marzo hasta ahora, ¿no las tenemos? ¿Qué se habla en esas reunines, porque a los presidentes no nos llegan? Los pueblos están poniendo fechas, ¿Cuándo vamos a juntarnos nosotros? Ponga una fecha para decidir las fechas o para decir que no haya fallas. En marzo o en mayo, pero antes de que empiece el ejercicio que viene".

"Firmaríamos la incidencia que hubo en julio"

Galiana empezó suave, pero, aùn con la mascarilla, se apreció que se iba encendiendo. "Las declaraciones las hacemos con los datos que tnemos en cada momento". Admitió que haber hecho la fiesta en julio del año pasado, aún en versión reducida (algunos lo echan de menos) "en mayo decidimos entre todos no hacer Fallas en julio porque la información que nos llegaba era que iba a llegar lo peor de la pandemia con la nueva normalidad y las desescaladas, que parece que eso fue hace mil años. Las fechas no daban y, sin embargo, ahora firmaríamos esa inciencia acumulada porque nos permitiría hacer mucho de lo que queremos hacer. Y los que van a esas reuniones van los representantes de las comisiones. No son reuniones secretas. Tomar una decisión concreta con 380 es más dificil que hacerlo con vuestros representantes, con los que habéis elegido. Claro que ha habido plan A, y B, y C. Si no sé ya ni cuántos se han hecho?"

"¿Y por qué no se han explicado?" Le replicó Ferrando.

Ahí fue el acabose. "De verdad, ¿qué parte no hemos explicado? ¿No hemos explicado las reuniones? Las poblaciones tienen su idiosincrasia y sus fiestas patronales y es normal que cada uno tome sus decisiones. Paterna, por ejemplo, que ya las ha puesto, pero el volumen de Paterna no tiene nada que ver. ¡Si es que no hemos parado de hacer planes!". Y ahí es donde se encendió.

"De momento, tenemos la posibilidad del segundo semestre. Vamos a esperar".

Tras el calentón, Presidentes como el de l’Antiga de Campanar (que forma parte de esas reuniones, defendiendo que todos están trabajando por un bien común), Guillem Sorolla, Norte-Dr. Zamenhoff o Tomasos sirvieron para apaciguar los corazones. Tanto, que, en el instante final, Galiana achacó al fragor del debate el calentamiento global. Completaron la reunión algunos reproches a la Cabalgata de Reyes Magos, la idea de cerrar el ejercicio en marzo, seguir cimentando la idea de que para las ayudas también se han de involucrar otras instituciones y ese siempre ligero punto obsesivo sobre lo que publican los medios de comunicación. Pero que dejó en el aire la asamblea esa sensación: de que la fiesta está atrapada, como no podía ser de otra forma, y que mientras no cambie el panorama, más que la fiesta, lo que se pueden perder son los nervios. Los de todos.