La suspensión de los Sanfermines 2021 son un aviso para las "Fallas del segundo semestre". Deja en el aire el debate de si será conveniente que tenga lugar en julio o en septiembre y, sobre todo, deja claro que esas "fiestas", en el mejor de los casos, serán extraordinariamente limitadas, una versión para nada comparable con la normalidad y, en todo caso, contando con que, finalmente, puedan celebrarse durante ese periodo, algo que se considera esencial no ya por mantener la cohesión social de la fiesta, sino los oficios que viven de la misma casi en exclusividad. Pero que están totalmente condicionadas a las instrucciones que se impartan desde Sanidad.

La presidenta de Navarra, María Chivite, ha afirmado que "no es responsable abrir expectativas que no va a ser posible cumplir. Siento mucho no dar buenas noticias pero una fiesta internacional como los Sanfermines a la que acuden millones de personas no va a ser posible más allá de que podamos cumplir con la expectativa de la vacunación".

Las fiestas de Pamplona se distinguen, precisamente, por la gran concentración de gente. El encuentro social. Una de las variables "últimas" que se levantarían en una normalidad no ya festiva, sino de la propia convivencia. Por ello, el escenario de cualquier celebración de Fallas habría que verlo bajo el prisma de unas fiestas prácticamente vecinales, atomizadas geográficamente, sin grandes eventos conjuntos que inviten a la presencia masiva de gente. Las "fallas entre comillas" que apuntó el concejal Carlos Galiana. Y cuyo programa de festejos permitidos, tanto como la fecha, dependerá mucho de cómo evolucione la vacunación, pero que está condenada a esa condición de dispersión en el mejor de los casos. Salvo que, tal como dicen en Pamplona, cambiara exponencialmente el ritmo de vacunaciones.

"No es responsable abrir unas expectativas que no va a ser posible cumplir. Todos los navarros sentimos los Sanfermines como algo intrínseco a nuestra identidad pero no es responsable por mi parte alentar unas esperanzas que creo que no van a poder ser. Más allá de que puedan pasar muchas cosas difícilmente podrán celebrarse" ha asegurado también Chivite. Días antes había expresado una idea similar el alcalde Enrique Maya. En ningún caso, además, se habla de desplazar la fiesta a otra época del año. En ambos casos coinciden en apuntar la incompatibilidad entre el carácter multitudinario y la situación de contagios. 

Días atrás, otra fiesta cuya razón de ser es el carácter multitudinario, el Carnaval de Río, anuncio la cancelación de su "Plan B", a celebrar en el mes de julio.