La suspensión y posterior cancelación de las Fallas 2020 visibilizó, desde el primer minuto, un aspecto inherente a la fiesta y que ha servido para aumentar la autoestima de los falleros, aunque sea costa de un trauma: la enorme dependencia que tienen muchos sectores económicos alrededor de la fiesta. Incluyendo aquellos con los que se empatiza - los de proximidad, como artistas, pirotécnicos, floristas -, como aquellos con los que la relación ha sido tradicionalmente más fría y en ocasiones nula, como la hostelería.

Lo cierto es que la pandemia ha llegado con los deberes por hacer: no se dispone de un estudio de impacto económico científicamente trabajado. Pero tampoco ha pasado nada: el realizado, hace trece años, por la Interagrupación de Fallas EN 2008 se ha tomado como palabra de Dios y los 700 millones largos que señalaban en aquella ocasión aparecieron desde el primer minuto como una cifra real y verificada.

Nadie duda que la fiesta mueve mucha economía, y a la vista está, pero sin llegar a plantearse si el impacto pueda ser mucho mayor o mucho menor.

Hostelería «compra» los 541

Sirva el ejemplo de que, hace apenas unas semanas, a mediados de enero, la hostelería cifraba en 541 millones las pérdidas por no celebrarse las Fallas 2021 en el mes de marzo. ¿De dónde venía esa cantidad? Del estudio de la Inter. Pero es que esa cifra también era la que señalaba el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, al confirmar la suspensión de la fiesta, hace ahora un año. Los famosos 700.

Más buena intención que rigor

Lo cierto es que aquel estudio tenía mucho más de buenas intenciones que de rigor. Y lo cierto es que existía un proyecto para la elaboración de un estudio más serio, multidisciplinar. Todo ha quedado parado y lo mejor que han sacado las Fallas, en ese sentido, es la autosatisfacción de escuchar numerosas veces los perjuicios causados por la cancelación de la fiesta. En la medida que significa que el ecosistema fallero es mucho más precioso de lo que se extiende, en forma de menosprecio, cuando se establece el debate apasionado y sin equilibrio.

Es tal la ceremonia de la confusión, que las dudas sobre el valor real de las fiestas populares se pueden extender a la situación en otras ciudades y países. La cancelación y los perjuicios económicos no son únicos de València. Y por eso, en Sevilla se habló de unas pérdidas de casi 900 millones con la desaparición de la Feria de Abril (pérdida que se repite este año porque la feria no puede cambiar de fechas).

890 en Río y 1000 en Munich

En 2019, el gobierno local de Río de Janeiro cifraba que su carnaval movía 890 millones de euros, para señalar a mediados del pasado mes de febrero, con la cancelación definitiva, tanto en ese mes como en su traslado a julio, que las pérdidas se cifraban en 700 millones, la práctica totalidad de los 717 que, teóricamente, se movieron en 2020.

Las autoridades de Baviera tardaron poco en finiquitar la Oktoberfest del año pasado: lo hicieron en abril. Y por entonces hablaban de un impacto de mil millones.

150 millones es lo que se estima que ha costado la no celebración de los Sanfermines de Pamplona, cantidad que se repetirá este año.

Con pretensiones más modestas, Zaragoza roza los 70 millones el impacto de las fiestas del Pilar, pero a la vez, un estudio realizado en 2010 eleva la inversión y el consumo público y privado a los 185 millones. Sin embargo, al Carnaval de Venecia se le atribuyen no más de 45 millones de impacto.

Hay muchos otros datos que demuestran lo voluble de querer cifrar las pérdidas. En el estudio de las Fallas se señalaba que la indumentaria genera un movimiento económico de 17,7 millones de euros. A primeros de año se llevaba a cabo un informe parcial de las pérdidas en el sector.

Para ello, Colegio de la Seda, Gremio de Sastres y Modistas y Asociación de Comerciantes de Indumentaria distribuyeron fichas a 120 empresas, que aseguraban haber facturado más del doble: 40 millones. Si los datos aportados por las firmas son ciertos, la metodología da la sensación de ser un poco más cercana a la realidad y, en todo caso, confesar ingresos por parte de una empresa suele invitar a hacerlo a la baja. Y más aún, en el verdadero impacto de la indumentaria habría que pensar en la cantidad de, más que modistas, personas con buenas manos para hacer trajes que, a cambio de un dinero -normalmente no declarado- elaboran trajes. Las «modistas particulares» de economía sumergida. Por lo que sólo el impacto

«A partir de un muestreo»

El criterio de la Inter era prácticamente a ojo de buen cubero. De hecho, a la hora de explicar los criterios de cada sector, inciden en muchas ocasiones establecerse la cantidad «a partir de un muestreo facilitado por las fallas pertenecientes a la Interagrupación». O, por ejemplo, en el sector de la peluquería, el criterio era que «cada fallera censada se peine dos veces», y sin incluir la facturación de la posticería. Eso sí, constantemente aseguran que los cálculos se intentaban hacer «a la baja». La cifra, con todo, pone al colectivo fallero en una casilla de salida más que interesante.

INCIDENCIA DE LAS FALLAS EN DIFERENTES SECTORES SEGÚN EL ESTUDIO DE LA INTERAGRUPACIÓN EN 2008

Hostelería   541.687.500,00

Publicidad   86.604.788,00

Transporte   31.320.000,00

Indumentaria   17.758.030,75

Lotería   27.045.195,82

Fallas   11.388.066,89

Orquestas   5.757.737,72

Peluquería   3.306.000,00

Presupuesto JCF   3.218.537,31

Alquileres   2.798.739.85

Pirotecnia   2.670.748,43

Bandas de música   2.407.020,00

Barra y casales   2.009.167,02

Hipotecas   1.866.117,42

Restauración   1.670.166,99

Tintorerías   1.595.000,00

Iluminación y megafonía   1.521.294,99

Imprenta   1.368.086,71

Floristería   1.178.502,00

Servicios   1.012.871,10

Fotografía   759.680,62

Bandas, insignias, artesanía   749.986,59

Carpas   715.829,37

Teatros   709.077,46

Agrupaciones   657.721,53

Trofeos y regalos   517.164,15

Seguridad   465.357,20

Deportes y cultura   349.320,08

Cesped y atrezzo   289.769,47

Autobuses y transportes   231.430,60

Energía   139.607,16

Total bruto   753.768.515,12