Las Fallas festejan el final del invierno y el inicio de la primavera, una estación marcada por la inestabilidad (sobre todo en sus inicios) y que en València da lugar a lo que llamamos el típico "tiempo de Fallas". Esas condiciones meteorológicas que están marcando la que habría sido "semana de Fallas" en condiciones normales. Pero, ¿sabemos lo que es o al menos a lo que se debe?

Las brisas marítimas son las causantes del llamado "tiempo fallero", caracterizado por temperaturas diurnas altas que con tiempo estable pueden alcanzar los 20º C y que, en las horas vespertinas (sobre todo a partir del mediodía), comienzan a bajar progresivamente por la irrupción de la brisa del Mediterráneo hasta alcanzar mínimas que rondan los 10 grados, tal como explica la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

En las fiestas josefinas es habitual que "los vientos predominantes sean las brisas", lo que provoca "cielos poco nubosos" y con temperaturas que en las horas centrales del día (en la mascletà) están en torno a los 20º. Por la tarde, sin embargo, es habitual que refresque debido a la entrada de brisas marítimas que hacen bajar la temperatura. Y es que, tal como aclara la Aemet, en los últimos días del invierno ese viento suave "se desliza sobre un mar Mediterráneo relativamente frío, a 14º C de media", lo que estabiliza las temperaturas en valores próximos a los 20º cerca del mediodía para, ya en las horas vespertinas, el ambiente "queda fresco", sobre todo en los barrios marítimos. No obstante, agrega, por la configuración urbana de la ciudad, estas brisas débiles "quedan prácticamente inhibidas en el centro de València".

Oratge - 16 de març, 2021

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Pese a todo, no siempre está activo este régimen de brisas y en años como el 2011, el 2007 o el 2001, hubo días de Fallas con viento de poniente y "rachas que en las horas centrales del día llegaron a superar los 60 km/h". El último año de los mencionados se registraron rachas importantes de viento con velocidades de hasta 67 km/h.

La lluvia es uno de los fenómenos atmosféricos más temidos por los falleros y por todos aquellos que, de una forma u otra, viven las Fallas. Sin embargo, desde 1938 han sido muy pocos los años en los que se han registrado precipitaciones. De hecho, en la mitad de los años analizados por la Aemet (39 de 79) no llovió ningún día y sólo en un tercio "llovió un día de forma apreciable". En un 6 % de esos años llovió tres días y "sólo en las Fallas de 2015, se registraron precipitaciones en València durante cuatro de los cinco días de la semana fallera". En aquella ocasión, el mal tiempo se debió a "un flujo de viento fuerte de Levante que generó nubosidad con lluvia y que dio lugar a un tiempo muy inseguro".

La lluvia es mala porque daña las fallas y porque desluce, y bien deslucida, la Ofrenda. Aunque para la estabilidad de los monumentos, es mucho peor el viento, que puede provocar la caída de los mismos.

Las previsiones apuntan a un empeoramiento de cara a los días 18 y 19, especialmente el primero de ellos.

Curiosamente, las Fallas suspendidas de 2020 no habrían sido especialmente buenas. Ahí, el "Tiempo de Fallas" no lo fue tanto. Hizo bastante viento y la lluvia cayó con insistencia, especialmente el 16 y 17 de marzo, que habría sido muy malo para la Ofrenda.

Los días 16 y 17 de marzo hizo muy mal tiempo en 2020

En lo que se refiere a las temperaturas, lo habitual es contabilizar valores de en torno a los 20º C en las horas centrales del día que permiten asistir a la tradicional mascletà de las dos de la tarde con manga corta para, ya por la tarde-noche, tener que echar mano de una chaqueta para soportar unas temperaturas que bajan hasta los 10 grados de media.

No obstante, como en todo, siempre hay excepciones y las semanas falleras de 1988 y 1969 fueron las más cálidas de los últimos 79 años. En la primera se registró una temperatura media de 19,1º y en la segunda, de 18,6 grados. El día más caluroso de las Fallas desde 1938 fue el 19 de marzo de 1940, cuando se alcanzaron los 30,8º de máxima, seguido del día de San José de 2002, con 29 grados.

Las semanas falleras más gélidas fueron la de 1973, con una temperatura media de 9,2º y la de 1953, con 10 grados. Destacables son también las Fallas de 2010 y 2015, cuando se registraron valores medios de 11,5º, mientras que las noches falleras más frías fueron, según el informe de la Agencia Estatal de Meteorología, la del 15 de marzo de 1962, cuando apenas se alcanzaron los 2 grados y la de la cremà de 1939, con 3º de temperatura mínima. En la "nit del foc" de 2003 los termómetros "bajaron hasta los 4º C" y en la semana fallera de 2015 el mercurio prácticamente no pasó por la noche de los 6 grados.