El pebetero que ha presidido la zona adoquinada de la plaza del Ayuntamiento desde el 10 de marzo permanecerá en la plaza hasta que, en la misma, se plante y queme una falla. A partir de ahora, la escultura realizada por el artista fallero Miguel Banaclocha, una conversión en tres dimensiones del cartel de la fiesta para 2021 de Diego Mir y Fase Studio, sufrirá una modificación: el conducto metálico por el que salía la llama será sustituido por un modelo artístico, sin fuego, que completará la escultura. Y así permanecerá en el centro de la ciudad. De esta forma se convertirá en el símbolo de la fiesta que continúa su particular pausa a la espera de que las condiciones sanitarias permitan reanudar las celebraciones.

El pebetero ha sido una de las iniciativas más llamativas de las «fallas virtuales», aunque no ha estado exenta de debate. Se ha recriminado de la misma que el fuego se encendía y se apagaba constantemente. Hubo que dar una explicación oficial, basada en causas técnicas, aunque lo cierto es que todo pebetero, como sucede por ejemplo con el olímpico, debe estar concebido para que no se apague en ninguna circunstancia. También se ha afeado la falta de detalle: que la base no se haya embellecido (se ven las patas del mismo) o que esté rodeado por unas vallas amarillas. Detalles todos ellos fácilmente subsanables.

Sin embargo, lo que la escultura ha ganado es en su carácter simbólico. Cientos y cientos de personas han acudido a fotografiarse e incluso en los últimos días se ha convertido en un particular altar en el que se han depositado ramos de flores.

El pebetero se instaló el día en que se suspendieron las Fallas por primera vez y el lema «tornarem» se ha convertido también en la palabra casi mágica pronunciada por el mundo de la fiesta.