Tuvo que ser en ruegos y preguntas de la asamblea de septiembre cuando se inquirió sobre la celebración del Congreso Fallero, un evento en el que se debe redactar una nueva constitución de la fiesta. Para entendernos, para decidir si la Junta Central Fallera continúa tutelada por el concejal de fiestas de turno o se hace un proceso secesionista. El concejal Carlos Galiana, que fue quien lo planteó antes de las restricciones, no había dicho nada al respecto hasta ahora y, a contestación de la pregunta del presidente de Archiduque Carlos-Músico Gomis, dijo que, a lo mejor, el próximo mes (y si no, siempre quedan noviembre y diciembre) se someterá a votación la decisión inicial: si se celebra o no. «Pero, a partir de ahí, hay que trabajarlo y creo que no debería tener lugar hasta que no pasaran las Fallas de 2022».

Fue uno de los argumentos de una asamblea densa, pero sin muchas grandes decisiones. Se celebró el éxito de las Fallas de Septiembre, especialmente en lo tocante a que no han generado problema sanitario alguno.

Y se apuntó a que los casales dejan de tener restricciones. «Pero eso no quiere decir que, de repente, se pueda hacer de todo». Apeló a la prudencia y recordó, sobre todo, que los «sopars» deben regirse con las mismas normas que la hostelería en lo tocante a mesas.

Hubo quejas, contestadas con silencio administrativo, de por qué no se salió a replicar las críticas a las Fallas por su temática y simbología (en alusión, sin nombrarlos, a Joan Baldoví y a la comunidad islámica). Y como lo que viene rápidamente es la Fonteta, se avisó de que el grifo está cerrado: nueve entradas para las fallas con candidata, dos para las que no tienen «y no llaméis intentando tener más porque no hay».