Trece y trece enmascaradas, -qué difícil se hace digerir la imagen en un acto como éste, pero las circunstancias mandan- son, desde ya, como mínimo, la corte de honor de las falleras mayores de València 2022. Un cargo al que dos de ellas renunciarán gustosamente dentro de dos semanas para subir un peldaño más.

Después de haber quemado las fallas diferidas, faltaba el componente «peineta» dentro del calendario fallero, también diferido. Un año de retraso es para acabar con los nervios de cualquiera de ellas. Se celebró con un acto sobrio, sin riesgo alguno. Se recordó a los que ya no están, y los oficios castigados, y se recordó la pintada amarilla del "cor d'una falla". Era el hilo argumental imaginable. El que había que hacer.

A la hora de la verdad, más allá del rebozado del acto, lo que importa es el veredicto. Sorprendió la forma de entonarlo por parte de la secretaria general, pero entraba dentro de la lógica: más allá de los nervios (debía estar como un flan), quería, querría, vocalizarlo bien para evitar lo sucedido el año pasado (de hecho, había dos María Fernández entre las candidatas).

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Fallas 2022: Esta es la nueva corte de honor de València ED

¿Y el veredicto? Pues dejó a unos pocos contentos y a muchos despagados, decepcionados o furiosos. Lo que no es niguna novedad. Porque la matemática dice que este acto, emocionalmente hablando, es un desastre. Si con la vuelta a la normalidad retomare el debate de cómo cambiar el drama de anoche, mejor. Pero si lo único que se plantea en una asamblea es que una antigua corte infantil sea jurado de infantiles y no de mayores, poco podemos esperar de los actores de la fiesta.

Y si el veredicto no gusta, también hay derecho a guardar silencio: nadie se presenta a ser jurado, no hay inquietud, no hay tema. Y aunque la mujer del César, redes sociales en la mano, continúe de vacaciones indefinidas, que nadie levante ahora la voz. Llega tarde. Un jurado de fallera ha de ser heterogéneo, de un padre y una madre. Uno verde y otro amarillo, del sur y del norte. No dar la sensación de ser un grupo de amigos reunidos para la causa como podía serlo para una reunión familiar. Porque las falleras merecen tener un juicio justo y salir las que tengan que salir. Pero que no de la sensación de que se ventila, sea cual sea el resultado, entre personas de proximidad absoluta. Y esto aún no ha acabado.

En el jurado de mayores (en el que menos se ha cuidado esa imagen) sólo hubo que descartar a un candidato a jurado, y en el de infantiles (que sale más indemne de esta sensación poco o nada delicada), se llegó al colmo de la infamia de abrir un nuevo plazo a pie de urna. ("¿Alguien quiere ser jurado?"). Así, no hay permiso para alzar la voz. Las Fallas tienen el proceso electoral que merecen. Luego, las quejas a la salida de la Fonteta no valen.

Y de la misma manera hay que reconocer al jurado, el de mayores, que haya acabado con perjuicios. Los que conocen, conocemos, a Carla Juliá sabemos que acumula méritos de sobra. Suficientes como para pelearlo y obtenerlo. Para ganar, o para perder. Y esta vez, ganó. No se atreverán, espero, nadie, a cuestionarlo. Quizá ésta sea también una aportación a agradecerle a Mayu, la apaleada fallera hispano-ecuatoriana: el silencio de las arpías.

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Estas son las candidatas a fallera mayor infantil de València 2022 ED

Por lo demás, el lobby se queda feliz. Un alivio para el presidente de la JCF, porque mientras el proceso está en marcha hay prudente silencio, pero si luego no sale la mía, se desata la ira y te ganas un enemigo para toda la vida. Ahora, se prolongará la docilidad.

Otro detalle a recordar. Como casi todos los años, hay candidatas adultas que fueron infantiles. En este caso, dos: Eva Alcahuz y Claudia Mas. Antes de reabrir el debate sobre "es que siempre salen las que fueron infantiles", no olvidemos a Patricia Cobacho, a Carolina Cifre o a Cristina Albiach. Fueron infantiles y no han salido.

Y por lo demás... a ver si hay suerte y las vemos desenmascaradas más pronto que tarde. Qué gran noticia sería.